Después del triunfo del
Comandante Chávez en las elecciones del 7 se agudiza la lucha de clases. Las
ideologías se activan intentando imponer sus rumbos. Es importante estudiar el
nuevo paisaje que se va conformando. Veamos.
El ambiente político se
satura de los llamados a la conciliación, se habla de que todos somos iguales,
de unir al país... Estas convocatorias vienen aderezadas con declaraciones de
voceros del gobierno que prometen larga y próspera vida al sector privado, y
medios oficiales proponiendo un socialismo en convivencia con el sector privado
y la conciliación nacional. Analicemos.
¿Es posible la conciliación
en un país capitalista?
La respuesta es un rotundo
¡no! Mientras exista propiedad privada de los medios de producción existirá
sociedad dividida en clases y una cultura, una espiritualidad, que respalde
esta división. Unos pocos dueños se enriquecerán a costa del trabajo de la
mayoría explotada y se apropiarán de la riqueza social. Esta división de
la sociedad es propia del capitalismo, y es barrera infranqueable a la tan
deseada reconciliación nacional.
Sólo el Socialismo es capaz
de la reconciliación nacional porque sólo él es vía para acabar con la división
de clases. Se desprende que los planteamientos de unidad nacional sin avanzar
hacia el Socialismo son un fraude, o en el mejor de los casos una
candidez.
¿Por qué con el triunfo
electoral florecen las proposiciones conciliatorias?
La respuesta debemos
buscarla en la puja ideológica entre el proyecto socialdemócrata reformista,
deformador, caricaturizador del socialismo, y por otro lado, en la orilla
opuesta, el proyecto socialista.
Los socialdemócratas no
pueden avanzar hacia el Socialismo, su ideología, su alma de pequeño burgués no
les da para emprender ese camino, su querencia natural es la hipocresía de la
conciliación, del pacto que facilita la dominación burguesa, y al verse en la
frontera del cambio, de la posibilidad socialista, retroceden medrosos a
territorios de pacto. Son cómplices del asesinato del Socialismo, lo
enmascaran, lo disfrazan, van con vergüenza, con eufemismos, pero
alegres, a su entierro.
Hoy en Venezuela el pacto
socialdemócrata, que pretende unir a explotados y explotadores en una
colaboración de clases, es una traición a los humildes. Es ilusión.
Recordemos que con el pacto
de punto fijo la contradicción entre populismo y renta estalló y abrió paso a
la Revolución Bolivariana. Pretender restaurar un pacto populista (reeditar la
turbulencia), nunca resolverá la contradicción. El dilema de hoy es Socialismo
o fascismo.
El Socialismo supera al
capitalismo en cualquier versión, fundando una nueva manera de vivir, una nueva
relación entre los humanos.
El fascismo instaura un
neoliberalismo dependiente, creador de miseria, inseguridad, delincuencia,
excluyente, fragmentador de la sociedad, todo amortiguado con una inmensa
represión.
Los que hoy hablan de
pacto, de conciliación, en realidad están hablando de fascismo, de violencia, a
eso conducen los caminos de su restauración. El único camino a la paz, a la
sociedad del amor, es el Socialismo.
¡Irreverencia en la discusión, lealtad en la
acción!
¡Con Chávez siempre!
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