¿Por qué el
Socialismo es Socialismo? O mejor: ¿cuál es su esencia? El Socialismo, en
pocas palabras, es la integración de la Sociedad. Es devolverle su condición de
conjunto, su organización en totalidad, superar la fragmentación a la que la
sometieron los sistemas de apropiación del trabajo social por parte de una
fracción de la sociedad, o para ser más precisos: la eliminación de la
propiedad nosocial de los medios de producción.
Lo contrario al Socialismo son los sistemas
fragmentadores de la sociedad cuya culminación es el capitalismo. Son sistemas
estimuladores de la solución individual a los problemas de la existencia,
basados en el egoísmo, la competencia y el extrañamiento del humano.
La
humanidad vive una prehistoria que corresponde a la etapa condicionada por el
egoísmo y la depredación. El Socialismo es la superación del individualismo, la
entrada de la humanidad en su verdadera historia. O como dijeron los clásicos:
es la toma del cielo por asalto, el regreso al Edén.
La superación del individualismo, su sustitución por
el Socialismo, no es tarea fácil. Miles de años, antes de los tiempos de
Cristo, tiene la humanidad en este empeño, buscando la tierra prometida.
El tiempo de la búsqueda se agota. Tal es el daño que
la organización individualista de la sociedad ha hecho al planeta que la vida
se extingue ante nuestros ojos cómplices. Sin embargo, a pesar de que conocemos
que la vida en sociedad permite resolver los problemas individuales, a pesar de
que frente a las calamidades tenemos que volver a actuar cementados por la
fraternidad, a pesar de los llamados de la realidad y los alertas de la
naturaleza, actuamos con una insensatez suicida, no tomamos la decisión de
superar el individualismo.
Es que el egoísmo está tallado con fuego y sangre en
el alma de la humanidad, parece que nos dirige un inconsciente colectivo que
hace imposible tomar las medidas necesarias para constituirnos en sociedad
verdadera. La triste realidad que somos, mera agrupación de egoísmos, de
humanos-islas que no podemos relacionarnos, no sabemos hacerlo si no es con la
violencia, desde la sangrienta hasta la falta supina de solidaridad.
Tenemos dos opciones: nos
constituimos socialistas, nos unimos desde la política, desde el esfuerzo
consciente, o la naturaleza nos obligará a intentar hacerlo en medio de los
desastres ecológicos, a unirnos cuando evidentemente ya será tarde, sólo nos
quedará despedirnos con la melancolía de haber descubierto la llave al final,
cuando ya no existía, o cuando ya olvidamos el camino de regreso al paraíso.
Desperdiciamos los días engañándonos como los animales
de la granja de Orwell, con efectismos como aquel de que "todos los
animales son iguales, pero unos son más iguales que otros", deformándolo
todo, falseando las palabras y olvidándonos de la realidad. Llegamos al
absurdo de convertir el Socialismo en la suma de egoísmos colectivos que
llamamos "comunas", cuando lo correcto sería llamarlas
"egoismunas".
¡Con Chávez es con sus candidatos, lo demás es
traición!
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