Las elecciones
burguesas son paradójicas, a pesar de ser un acto político despolitizan a la
sociedad. Esa es en el fondo su función: trivializar para evitar ir al origen
de los problemas sociales, la lucha de clases. De esa manera, son una
formidable válvula de seguridad del sistema capitalista.
Las elecciones burguesas, y aún más las regionales,
son un torneo de promesas, se ofrece de todo con incontinencia. Los candidatos
caminan por su estado con la imaginación frondosa, prometen lo posible y lo
imposible, aquello parece una película de ciencia ficción. Abundan las frases
hechas, los esquemas vacíos, los artificios verbales, las contradicciones son
evidentes.
Lo sorprendente es que nadie se da cuenta de la esquizofrenia
colectiva, o parece no darse cuenta. Alguien puede prometer las misiones y en
el mismo discurso decir que son inconstitucionales, otro puede prometer
unificar al país bajo una política nacional y simultáneamente proponer
dividirlo en trocitos.
La gran protagonista de las elecciones, además de las
promesas frívolas, es la superficialidad. La discusión, los argumentos, el
pensar, no son convenientes, no dan votos. Mientras más trivial sea la campaña
menos riesgos se corren. Debemos preguntarnos qué tipo de pueblo saldrá de este
torneo de estulticia, de estos treinta días de estupidización de la masa y de
sus candidatos a gobernantes.
Los revolucionarios deben desmarcarse, es urgente, de
la lógica de las elecciones burguesas. Sería interesante que a la par del
mitin, de la caravana, del afiche, de los discursos convencionales, se hicieran
jornadas de reflexión sobre los grandes problemas de la nación, de la
humanidad, su relación con los asuntos locales y sobre el Socialismo como
solución verdadera.
Por ejemplo, en la ciudad de Mérida hay un problema
con la basura, se trata de la incompetencia del municipio, sin embargo,
contentarse con dejar allí el asunto, con acusar al alcalde de inepto y
demostrar que no puede ser gobernador quien no pudo con la basura de su
municipio, tiene sus beneficios electorales, es cierto, pero no educa a la
población, no forma conciencia, no la prepara para futuras batallas, al
contrario, la acostumbra a lo inmediato, a lo superficial, no la enseña a
relacionar.
En contraste, si simultáneamente mostramos la
incapacidad del alcalde y aprovechamos a los movimientos ecologistas, a
biólogos y economistas, a los políticos serios, a los que trascienden las
elecciones castradoras, y se instala un tribunal ecológico para hacerle un juicio
al capitalismo como contaminador del mundo y de Mérida... si se acusa de ser un
sistema de vida productor de desechos, desde los nucleares hasta el plástico
que ahoga a las ciudades, de acabar con las nieves perpetuas de la Sierra
Nevada , y se estudia el impacto ecológico... si se habla de los huracanes que
azotan el norte del planeta, a los que dada su magnitud es necesario buscarles
otro nombre, quizá megahuracanes… Si esto se hace, se le dará otro contenido a
la campaña, así triunfaremos en ella y después de ella.
¡Con Chávez es con sus candidatos, lo demás es
traición!
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