La Revolución
necesita, es vital, aprender a discutir. De la forma como delibere dependerá su
capacidad para modificar la realidad, corregir errores, construir, y también
destruir. El mundo nuevo tiene en la discusión su fundamento.
Las Revoluciones que han resuelto sus discusiones con
exilios y represiones han pasado a la historia como actos fallidos, intentos
vanos que han sucumbido en las miserias de lo que querían superar. El miedo es
cómplice del silencio, origen de la mudez que marchita. Sólo la libertad
acompaña al bullicio de la discusión creadora.
De allí que sea vital aprender a discutir, a
discrepar. Lo primero que debemos destacar es que la unanimidad es sospechosa,
la falta de divergencia indica un cuerpo que no se mueve, inerte, muerto
¡evítese! La historia del Volkswagen amarillo puede ilustrarnos algunos puntos
útiles para avanzar en el arte de discutir. Contemos.
El Volkswagen amarillo se accidentó, su dueño, Pepe,
también llamado Cocorrón, lo llevó a un taller, allí había dos mecánicos muy
ilustrados, estudiaron filosofía en Italia y Grecia. A los dos días Pepe volvió
al taller a buscar su carro y encontró a los filosomecánicos en el mejor
espíritu peripatético discutiendo sobre la esencia del vehículo, su importancia
para la humanidad, su razón pura … El carro siguió malo.
Llevó el carro a otro taller, inmediatamente los
mecánicos lo desarmaron hasta el último tornillito, hasta el radio sufrió el
vértigo de la actividad. Al cabo de dos meses el vehículo estaba regado en el
suelo convertido en mil piezas… Siguió malo.
Pepe recogió sus hierros y fue a un tercer taller,
extraño porque los mecánicos vestían smoking, eran muy educados y de manos
limpias. A los tres días recibió un email donde le explicaban en dibujos
animados los procedimientos que seguían. Según aquello todo iba muy bien,
recibía boletines cada 48 horas. Cuando al fin fue al taller, el carro seguía
como el primer día. Todo había sido una realidad virtual, sólo existía en las
pantallas de las computadoras.
Siguió el peregrinar de Cocorrón, y llegó a un cuarto
taller donde fue recibido con un regaño por su comportamiento político, la cita
derivó hacia la calidad humana de los participantes. Lo acusaron de "no
leerse el manual" y de "necesitar un cursito". El carro siguió
descompuesto.
Esta historia ilustra algunos errores que cometemos al
discutir la manera de cambiar la realidad, en este caso un carro. El primer
ejemplo ilustra el teoricismo. El segundo, el practicismo. El tercer taller, a
los creadores de realidades virtuales o potedehumos. El cuarto taller ilustra a
los que no modifican la realidad porque están más interesados en desacreditar y
perseguir a los que presentan o critican los problemas.
En el quinto taller, los mecánicos se reunieron,
tuvieron divergencias, discutieron, sacaron conclusiones y aplicaron una acción
conjunta. El carro (la realidad) fue modificado, se solucionó su problema. De
allí salió Pepe, feliz con carro como nuevo.
¡Con Chávez, Irreverencia y Lealtad!
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