La Revolución tiene como objetivo fundamental darle
sentido a la vida humana. El hombre es un animal especial, capaz de
interrogarse, de cuestionar su existencia, de filosofar. Así, su existencia
escapa de las leyes de la biología, de la genética y adquiere reglas propias
que lo convierten en creador de su vida, en hechura de sí mismo.
La principal búsqueda del hombre, su tormento más
importante, es encontrar un sentido a su vida que vaya más allá de lo simple
material. El sentido de la vida del hombre es la vida en sociedad, sólo en
sociedad puede desarrollar su individualidad.
"La historia de la búsqueda de la vida en
sociedad es la historia de la humanidad". El libre
albedrío, la capacidad de pensar, de imaginar, lo que nos hizo humanos, tuvo un
alto precio: nos transformó en nuestros propios enemigos. Ya Cristo nos llamó a
restituirnos fraternos, a volver a ser humanos, a amarnos los unos a los
otros.
La fuerza que
nos confiere pensar, la posibilidad de construir un mundo culminación de la
creación, razón de todo el tránsito vital, vino acompañada de la capacidad de
acabar con el maravilloso ensayo que es la vida. La vida en su evolución creó
la posibilidad de su extinción: el hombre. Pero también es él la posibilidad de
llevarla a niveles excelsos. Hoy vivimos días definitorios para la marcha de la
humanidad. ¿En qué nos convertiremos? ¿En nuestros propios verdugos, o en
nuestros propios dioses? La Revolución, su desenlace, es la respuesta a esta
interrogante.
Siendo así, podemos precisar los retos, los objetivos
y los pilares de la Revolución.
El primero y más importante es la restauración de la
relación humana fraterna. Este objetivo incluye a todos, les da sentido. Todas
las acciones deben tener esta meta.
La lucha principal es contra el egoísmo, la pérdida
del sentido de sociedad que fragmentó a la humanidad desde los primeros
tiempos. Una Revolución podrá hacer de todo en el área material, pero no
habrá hecho nada si no ha modificado las relaciones humanas, si no ha avanzado
hacia el "amaos los unos a los otros." Es así, la
Revolución tiene que ser cultural, en el alma del humano. De otra forma sólo
será una alucinación.
Por sobre la voluntad, las buenas intenciones de los
revolucionarios, ésta será la medida, el "revolucionómetro" de la
Revolución, no hay otro, no hay sustituto.
Ahora bien, el egoísmo, su ética, su conducta, emanan
de una relación económica, con ella se entrelaza: es la posibilidad de que unos
se apropien del trabajo de otros. Esta relación a través de la historia
adquiere diferentes modalidades, desde el esclavismo hasta el capitalismo de hoy.
Sin eliminar esta posibilidad de robo social es imposible superar el egoísmo,
por eso es necesario lo que ya plantearon los cristianos primitivos: de cada
uno según su capacidad, a cada uno según su necesidad. O como dijo Martí: ..."de
todos por el bien de todos".
¡Con Chávez!
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