Si la condición
humana corresponde fundamentalmente al espíritu, es allí donde se deben
medir los estragos de la dominación capitalista y los efectos de la sanación
socialista. Es hacia allá donde deben ir todos los esfuerzos revolucionarios.
Los clásicos resumen este pensamiento: "la condición humana son las
relaciones sociales".
Siendo así, para cambiar la condición humana,
debemos cambiar la relación social. Esta tiene dos componentes:
Uno, el puramente económico, la plusvalía, las
relaciones de propiedad, el señor burgués, el proletario, el campesino, la
ambigua clase media, el mísero lumpen, etc. Todo abundante y profundamente
estudiado por los clásicos.
El otro, más importante sin duda, es el componente de
la espiritualidad humana. Se realiza en el tipo de
convivencia con sus semejantes: cómo los considera, si lobos, víctimas o
hermanos.
En resumen, el hombre es un animal social y sólo sobre
las relaciones sociales emerge su condición, de acuerdo a cómo reproduce
su vida y cómo vive esa vida.
Visto así, en los dos componentes de las relaciones
sociales, el problema de la condición humana toma otro
carácter, debe ser tratado, so riesgo de fracaso, desde una armonía compuesta
por las relaciones de propiedad de los medios de producción y la espiritualidad
que con ella se entrelaza.
De todo esto se desprende que la propiedad de los
medios de producción no es un asunto económico, es un problema cultural,
espiritual, y determina la condición humana. Medirlo con números, índices, tablas,
es reducirlo a una técnica engañadora.
Cuando la Revolución invierte la renta petrolera en la
creación de medios de producción de propiedad nosocial, cualquiera sea la forma
que esta adquiera, está creando un complejo que fragmenta la economía social y
que, necesariamente, quebrará el alma de los "implicados", los
separará de la convivencia social. Sobre la voluntad de los
"implicados", obligatoriamente sus intereses espirituales y
económicos chocarán con los intereses de la sociedad toda.
Sólo la Propiedad Social administrada por el Estado
Nacional permite que la sociedad tome cuenta de la economía, la dirija y se
pueda hacer una verdadera Planificación Central, expresión del genuino control
social, del verdadero poder social, o, si se quiere, del poder popular.
Es necesario para la Revolución construir un índice
que mida el "complejo armónico de la condición humana":
conciencia/economía. Ese será el verdadero indicativo de si vamos bien o mal.
Este es el necesario "Revolucionómetro" que mida a la Revolución con
su propia lógica y no con la lógica del capital, o de anarquismos trasnochados.
En las elecciones presidenciales entra un factor muy
potente, en ellas se cuantifica la conexión Chávez/pueblo, el amor hacia
Chávez, sin embargo impide calibrar con exactitud el índice de complejo
armónico, lo oculta. Quizá las elecciones regionales den una medida más precisa
de la conciencia.
Si consideramos las Revoluciones triunfantes vigorosas
y las comparamos con las Revoluciones derrotadas, encontraremos un alto índice
de "complejo armónico de la condición humana" en las primeras y
bajísimo en las derrotadas.
¡Con Chávez la Patria una sola Comuna!
1 comentario:
Aprendí: "nos falta estudiar mucho para adaptar a nuestro país la ideología que ya la humanidad construyó. Las salidas no pueden ser individuales (sólo lo mío) tenemos que verlas como algo colectivo".
Rafael Garcés.
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