Las elecciones
a gobernador, no podía ser de otra manera, son un escenario de una profunda
confrontación ideológica. En ellas se expresan, con más fuerza que en las
presidenciales, las corrientes que habitan el campo bolivariano, y se asoman
las tendencias que se pueden desarrollar en el futuro. Veamos
Encontramos a la derecha tradicional, la que no duda
en saltar la legalidad burguesa e incursionar en el cruel campo fascista.
Pretenden copar posiciones para desarrollar su plan de siempre: degollar a la
Revolución , salir de Chávez, regresarnos al estado de colonia.
En el campo bolivariano hallamos pequeños brotes de
miseria humana, de traición, de proyectos paralelos antichavistas, o chavismo
sin Chávez, se mimetizan de chavismo, ocultan así su traición. Tristemente hay
partidos otrora gloriosos, revolucionarios, que apoyan estos desatinos. Un
ejemplo de esto es la situación de Amazonas, Portuguesa, Sucre, Bolívar, y la
preciosa Mérida.
Al lado de la infamia, aflora la condición
revolucionaria, la lealtad, la entrega a la causa social, la participación en
un proyecto de redención del humano. Ejemplos abundan, uno de ellos es Alexis. Este
muchacho merideño se yergue valiente en quizá la elección más difícil en este
complicado cuadro de elecciones regionales.
Es en Mérida donde surge con fuerza la traición,
sirviéndole de vehículo a planes contrarrevolucionarios y antichavistas. Todo
indica que tienen ramificaciones en el fascismo trasnacional. Esta felonía,
sumada a la presencia de una candidatura oligarca, colma de retos y
dificultades a las elecciones merideñas.
La participación de Alexis en elecciones difíciles, en
desventaja, habla a favor de su entrega al proyecto humanista revolucionario,
descarta oportunismo, nos dice claramente que estamos frente a un soldado de la
Revolución , heredero digno de los verdaderos centauros del 4 de febrero, un
hombre nuevo surgido de los mejores valores de esta Revolución que aún nace.
Es así, pertenece Alexis a los jóvenes que crecieron
en las faenas contradictorias y hermosas de la construcción de una Revolución,
de la redención del humano, de erguirse más allá de lo cotidiano, de lo
evidente, con la visión larga de los que ven el futuro y luchan por alcanzarlo.
No es casual que este joven, hechura revolucionaria,
haya aceptado el reto de enfrentarse a lo viejo representado en la candidatura
de un alcalde evidentemente fracasado, heredero del feudalismo más rancio de la
historia, de los oligarcas enemigos de la libertad, aquellos a los que el himno
de Zamora les conmina a temblar. Y se enfrenta simultáneamente a los traidores
que no resistieron las seducciones del placer oligarca y se vendieron por
treinta denarios.
Es así, los dos frentes vuelven a brotar: la
oligarquía que condenó a Bolívar a San Pedro Alejandrino, y los traidores que
les sirvieron de instrumento. El santanderismo que también aparece cuando los
pueblos despiertan, los Porras Iscariote que surgen al lado de los grandes
hombres.
La lucha de Alexis contra el monstruo bicéfalo es
continuación de las batallas que se libran desde los días de Abel. Es deber
acompañarlo.
¡Con Chávez, con Alexis Lealtad Patriótica!
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