La historia nos
ha develado un período en la marcha revolucionaria que no fue previsto y, por
tanto, poco estudiado por los clásicos. Es el período de transición del
capitalismo al Socialismo en los países con un capitalismo inmaduro, tal es el
caso de Venezuela. Es un período que reclama un gran esfuerzo teórico, porque
si no entendemos las leyes que guían esa transición no podremos resolver los
problemas que ésta nos plantea. Un error de concepto en esta etapa, una
desviación teórica, una concesión a las ideas del pasado, puede significar la
pérdida de la oportunidad revolucionaria. La importancia aumenta porque este
período es común a los procesos revolucionarios de los pueblos del Sur. Ya en
la historia aparecen enseñanzas sobre el período de transición. Veamos.
Una primera enseñanza: se trata de un período de
fortísima lucha de clases, es lo que el
Comandante, recordando a Gramsci, llama: lo viejo que no termina de morir
y lo nuevo que no termina de nacer.
Una segunda enseñanza, y la decimos
corriendo el riesgo de que se ofendan algunos marxistas, es: en este
período de transición la conciencia determina la existencia,
esto como complemento al axioma clásico de que la existencia determina la
conciencia. Por tanto, se necesita una poderosa organización de
vanguardia que prefigure las relaciones socialistas, que lleve con el ejemplo
al resto de la sociedad la Conciencia del Deber Social, que sea garante de la
marcha, y también reservorio moral para las horas aciagas.
Tercera enseñanza: Es una
enseñanza de nuestra realidad. En Venezuela, país rentista, captador de
plusvalía internacional, la acumulación de capital se hace con la transferencia
de la renta petrolera. Muchas son las vías de transferencia, una es la
corrupción, de ella brotaron grandes fortunas. Otra vía, importantísima, es el
Sistema Financiero, este funciona como un prestidigitador que toma el dinero
del petróleo, le da una vuelta y, “nada por aquí, nada por allá”, lo desaparece
como el mago del circo desaparece las barajas. El capitalismo de
un país rentista se tiñe de capital financiero. Por eso, en este período de
transición, es impostergable la nacionalización del sistema financiero como vía
para poner la renta al servicio del rumbo al Socialismo.
Cuarta enseñanza, esta
viene de la Chile de Allende: si el período de transición se resuelve a favor
de la restauración, existen inmensas posibilidades de que adopte como forma
política al fascismo más cruento. Es decir, el dilema de esta etapa que vivimos
es: Socialismo o fascismo.
¡Con Chávez es con sus candidatos, lo demás es
traición!
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