La estrategia
del chingo y el sin nariz es muy utilizada por el capitalismo, de esa manera
distrae las luchas revolucionarias, las enmascara. El asunto es de muy
importante estudio para los revolucionarios, hoy corremos peligro de esa
confusión. Veamos.
Está claro que el objetivo de la Revolución es
avanzar hacia el Socialismo. Y está claro que las fuerzas capitalistas intentan
a cada paso, en cada situación evitar este avance, con este fin
construyen situaciones, crisis, "soluciones" que nos aparten del
camino. Veamos.
Hoy en el campo oligarca, como todos estos años, están
presentes la opción golpista y la opción presuntamente democrática. Se
presume que las corrientes golpistas planifican un asalto violento, un
desconocimiento de las elecciones, una salida paraconstitucional. Y se
supone que los "sectores democráticos" de la oligarquía no quieren
ese tipo de acciones. Ese es un cuadro aceptable. Las divergencias, los
problemas surgen cuando se toma posición frente a este paisaje.
Los enfoques desde el campo bolivariano son
principalmente dos: unos, los pragmáticos, plantean dividir el campo
oligarca, aislar a lo que ellos llaman ultraderecha, a los golpistas, "al
chingo", y lanzar puentes a los supuestos demócratas, "a los sin
nariz". A primera vista la maniobra parece genial. Sin embargo, si se mira
más de cerca surgen dudas, interrogantes, alertas.
Considerar a la oligarquía dividida en
"demócratas" y golpistas es una candidez desmentida por la historia,
sin ir muy lejos, en abril todos los caimanes estaban en el mismo charco
golpista, desde teo hasta peña esclusa, desde pérez recao, el que tenía los
paramilitares, hasta el cardenal, desde globovisión hasta venevisión. Pero
concedamos que está dividida, que es posible abrir grietas entre esos segmentos,
las preguntas que surgen son: ¿a costa de qué? ¿de claudicar con el Socialismo?
¿de situarnos en un centro que contente a todos? ¿de hacer estratégicas las
concesiones?
En el caso de una emergencia muy grande, que no la
hay, en el caso de una crisis económica, que tampoco la hay, sería justificable
algún sacrificio para intentar abrir esas grietas, por aplicar aquello de
divide y vencerás, y en ese caso sería una concesión meramente táctica. Pero
ahora, en esta situación hay que tener cuidado, recordar la pérdida de la
posibilidad revolucionaria del 23 de enero del 1958, cuando una unidad justa
para derrocar a la dictadura también sirvió, al pretender hacerla estratégica,
para hipotecar a la Revolución.
Si como todo lo indica la derecha está preparando un
golpe, a eso no lo para conversaciones, ni puentes, ni concesiones, son
instrucciones del amo del norte que están caminando. Recordemos que Allende
ensayó todo tipo de maniobras, de acuerdos, de puentes, y el golpe siguió su
marcha inexorable. Lo único que disuade al zarpazo, que lo derrota, es el
pueblo movilizado, el gobierno dispuesto a profundizar, esa es la conducta
correcta. La conciliación, la desmovilización estimula el asalto.
¡Con Chávez Lealtad!
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