5.3.12

UN APARTAMENTO (Lunes 05-03-2012)

Deambulando por las calles de La Habana en búsqueda de libros usados, tropezamos con un lugar conmovedor.

Es un apartamento pequeño, se entra por un saloncito que comunica con un diminuto cuarto dotado de un baño ínfimo, eso es todo. Las ventanas son de madera como corresponde a una ciudad marina.

Es un apartamento común, y pasaría desapercibido si no brillara en su interior la historia revolucionaria de Cuba y del Continente.

Cuando en los alrededores del malecón pululaba la mafia que dirigía el juego y la prostitución, en esa ciudad que habían convertido en su lugar licencioso.

Mientras el Pueblo de Cuba se esclavizaba en los centrales azucareros y padecía en los bateyes.
Circunstancias que anunciaban un centenario del Apóstol de entrega y sumisión.

Cuando parecía que la Patria de Maceo lloraría saudades por el valor de María Grajales.

En ese apartamento pequeño, dos cuarticos y un baño, se concentró el decoro de toda la Patria.

Cuando fue hora de soñar, en ese apartamento se soñó.

Cuando fue hora de planificar, ese apartamento pequeño, dos cuartos y un baño, se prestó para planificar.

En la hora de darse a la causa de la redención de la humanidad, ese apartamentico, dos cuartos y un baño, se desbordó de altruismo, lo mejor del humano pernoctó allí.

En la hora de amar, allí en ese apartamentico, dos cuartos y un baño, se amó.

Lo mejor de la historia revolucionaria de la humanidad se concentró en ese apartamento.

Allí estaba Martí, el primero. Bolívar a su costado. En ellos Marx, que tomó partido por los humildes. Antonio Guiteras junto a Carlos Aponte lo plenaron con su espíritu rebelde. Maceo enseñó coraje. Y Lenin colmó aquel apartamento de la voluntad de tomar el cielo por asalto.

En ese apartamentico, dos cuartos y un baño, propiedad de Abel Santamaría, se reunían los pioneros del Asalto al Cuartel Moncada.

Allí, en El Vedado, a la orilla del mar, frente al malecón habanero, tenían su cuartel general Fidel Castro y Abel Santamaría, guías y alma del 26 de julio y de la Revolución Cubana.

Es asombroso, sorprendente, que un apartamento tan pequeño contenga tanta historia, tanto valor y tanta esperanza para la humanidad.

Pero si pensamos en los cinco muchachos que una noche llegaron trotando a Güere, y allí, en la pequeña área cobijada por la copa de un Samán, repitieron el grito de Zamora: “tierra, hombres libres y horror a las oligarquías”, y entonces aquel Samán que cobijó al Libertador nuevamente se iluminó de historia revolucionaria.

Si imaginamos esos cinco muchachos debajo de un Samán, y a aquellos jóvenes apretados en las estrechas paredes de aquel apartamento, tenemos que concluir que para presagiar mundos, y salir a construirlos, es suficiente un gran corazón, lo material no importa.

1 comentario:

Cristian dijo...

Ahora estoy alquilando un departamento en
buenos aires
, pero siempre tuve muchas ganas de viajar a Cuba porque me han dicho que es un viaje espectacular y un destino hermoso