Se fue uno de los nuestros.
No lo vimos nunca,
no estrechamos su mano de amigo,
pero lo supimos nuestro,
porque lo sentimos bueno, generoso,
lo percibimos de alma Revolucionaria, más allá de la teoría, de la política,
fue guiado por inmensos sentimientos de amor.
Lo quisimos como nuestro, desde el anonimato.
Estaba hecho del barro esencial para ser Revolucionario, tenía amor y tenía coraje. Fue un Revolucionario y evolucionó junto a la Revolución.
Su verbo, espada, labrada en el estudio, arrebatada a los dominantes, sirvió para defendernos de los leguleyos,
nunca el florete de su discurso se puso del lado de los mantuanos.
Aprendimos que el derecho no es derecho si no protege a los débiles.
Hoy le rendimos homenaje, se lo merece.
Pudo ser un miembro más, un defensor de los dominantes, tenía talento, pero superó su destino.
Optó por el difícil camino, el riesgo de acercarse al humano, a la fraternidad, a la causa de los humildes.
Romper con la costumbre, desechar aceptaciones y comodidades.
El único homenaje merecido a la lealtad, a una trayectoria limpia, a una mirada clara, sin dobleces, a una sonrisa oportuna, es la de recoger su hacha de guerrero y seguir transitando el camino tras la luz.
Desde aquí, todos nosotros, desmontamos la cabalgadura, humillamos la lanza, nos despojamos de escudos y odios, para, con el pecho abierto, rendir tributo al amigo revolucionario...
Hasta siempre Carlos Escarrá, inscribiremos tu nombre en la memoria de los justos.
Escuelita Un Grano de Maíz
No hay comentarios.:
Publicar un comentario