Mucho se ha dicho acerca del golpe de Estado del 4 de febrero de 1992, se habla a favor y en contra, se analiza y se deforma, se elogia y se denigra. Demuestra que la fecha es importantísima para entender el rumbo futuro de esta sociedad y del mundo. Veamos.
Intentemos un análisis que vaya más allá de la anécdota.
Lo primero que hay que asumir es clasificarlo como un “Golpe de Estado”, es decir, un intento violento de romper con el orden burgués, que tenía narcotizado al pueblo. Al calificarlo así, sin eufemismos, estamos dándole el justo lugar en la política a los golpes de Estado, a la violencia revolucionaria y también a la de derecha. Sólo de esta manera podremos entender la inmensa carga revolucionaria que tuvo el 4 de febrero.
Es así, lo más revolucionario del 4 fue la valentía de aquel grupo de jóvenes para revolucionar y romper las cadenas del sistema de dominación burgués que imperaba hasta ese momento, que tenía como centro a las elecciones burguesas. El 4 grita al país que la verdadera política estaba fuera de las elecciones narcotizadoras, que el cuadro que pintan con colores fatuos no es lo esencial de la política, entendida esta como la disputa del poder por las diferentes clases sociales, es sólo una pantomima. La pugna por el poder, la lucha de clases... la verdadera POLÍTICA ocurre al margen de las elecciones.
Es así, el 4 fracturó las cadenas de la dominación burguesa, corrió el velo que ocultaba la realidad. Se inicia de esta manera la reflexión que abre camino a la irreverencia de Chávez y lo lleva al triunfo electoral, y es esa la segunda fractura de la dominación. Con el empuje del 4 se consigue burlar el filtro de las elecciones burguesas y colar a un candidato disidente.
A partir de allí comienza una pugna por recomponer la dominación burguesa, instaurar unas nuevas relaciones entre los venezolanos, fundar un nuevo mundo, o regresar al pasado.
El camino es quebrado, no es una línea recta, está lleno de avances y retrocesos. La garantía de triunfo está dada por la claridad teórica y la capacidad de asimilar las enseñanzas del pasado, única manera de poder ubicar al proceso en su papel histórico, de avanzar e impedir que lo atrape el capitalismo.
La oligarquía tiene una gran ventaja, el sistema electoral que le dio sustentación durante más de medio siglo, soporte de la conciencia capitalista mundial que aún rige sobre esta sociedad. El opio aún está presente.
Esta situación crea las condiciones para confundir a las masas, apartarlas de la política y hacerles creer que el jolgorio electoral es la realidad. Este adormecimiento puede alcanzar hasta a los gobernantes más expertos, recordemos a Allende, confiado en las elecciones donde triunfaba, creyendo en la actitud democrática de los oligarcas opositores, terminó llegando tarde a la respuesta armada. Aquella foto de Allende con casco y metralleta, es un icono de la ingenuidad.
¡Con Chávez Siempre!
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