Sólo un pueblo al que se le proponen elevadas metas podrá realizar grandes hazañas, sólo un pueblo que se convoca a imaginar mundos felices, será capaz de construirlos. Ese es el reto de la Revolución, superar la molicie de la costumbre, romper con lo convenido, correr el riesgo de dar el salto hacia lo nuevo.
Cuando los revolucionarios franceses se dispusieron a derrocar la monarquía, estaban imbuidos de este espíritu. Bolívar convocaba a luchar contra la naturaleza, hacer que le obedeciera para concretar lo que había imaginado. Los revolucionarios rusos hicieron la Revolución, y en contra de los cálculos de los sesudos intelectuales se enfrentaron al poderoso Zar. Imaginaron, propusieron el Socialismo cuando se les invitaba a una conciliación con las viejas formas, cambiar para que nada cambiara, entregar el país a la burguesía.
Es así, las Revoluciones han propuesto mundos por los que vale la pena luchar. En contraste, la reforma convoca para el paso corto, mezquino, el salto con red de seguridad, no corre riesgo, y no funda, sólo agita la superficie, es espuma que se evapora con el primer soplo.
Hoy estamos en Venezuela en una situación de alto peligro, nos movemos en terreno enemigo, los vientos de la distracción nos cruzan la cara, corremos riesgo de perdernos en la selva de necedades y en sendas que se ofrecen seguras, éstas conducen al manantial de la dominación capitalista. Si caemos en la celada de las armas melladas del capitalismo, si no proponemos a la masa la imaginación de lo grande, de lo elevado, estaremos criando cuervos.
Lo electoral es muy importante, debemos arrasar en las elecciones, pero más importante es preparar al pueblo para la ofensiva del imperio, que es inevitable.
El imperio ha roto su misma legalidad, está en guerra por su supervivencia, hizo estallar a la ONU, estableció las reglas de la fuerza, debe superar la gran crisis que padece, y ese empeño es su legalidad. Usa su poderío militar para aplastar a los que no se sometan a su rapiña. En esta situación de peligro sólo los pueblos unidos, movilizados, conscientes, con un líder y una idea justa tendrán oportunidad de existir. Los pueblos blandengues, los que no tengan conciencia del momento histórico sucumbirán frente al imperio.
Es necesario superar la meta mínima de ganar las elecciones, conformarnos con un buen número en las encuestas y refutar a los pendejos de la mesa, eso es importante, pero subalterno frente al choque con el imperio.
Ganar las elecciones no parará la ofensiva imperial, después de las elecciones la batalla recrudecerá. Al ganar, los planes ilegales se acelerarán, y para eso debemos estar capacitados, alertar al pueblo, convocarlo para la batalla por la existencia. Es necesario ganar las elecciones y salir de ellas con un pueblo dispuesto a pelear en cualquier escenario, blindado frente a la manipulación mediática, conocedor de las razones sagradas por las cuáles luchar. Sólo frente a un pueblo así el imperio detendrá su ofensiva.
¡Con Chávez!
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