26.10.11

EL GRITO QUE LA HUMANIDAD ESPERA (Miércoles 26-10-2011)

El imperio es un gigante que camina por un mundo que le rinde pleitesía. Trasciende los polos de poder, es un solo poder dónde, como decían del imperio español, nunca se pone el sol, va desde Pekín hasta Washington, cubre a todo el planeta, hace y deshace a su conveniencia, arrasa con pueblos, asesina gobernantes, no tiene más ley que su lucro. Explotar, expoliar es su divisa.


Desde la caída de la Unión Soviética el capitalismo es el paradigma de dirigentes y pueblos. Es así, se considera un avance de un país el desarrollo del capitalismo. Si el desarrollo es inmenso, entonces el país se considera potencia. Se buscan polos económicos y políticos que son meras formas que adopta el monstruo. Nadie, o casi nadie, se escapa a su lógica, el capitalismo todo lo tiñe, todo lo cubre, la demencia es unánime.

Lo de Libia, lo de Gadafi, es reiteración de la crueldad del capitalismo, capaz de todo por imponer su ley. La Humanidad espera un grito que le devuelva la esperanza, una voz que disienta de la barbarie, un faro que la guíe, que rompa con el cálculo egoísta, un gesto que parta la historia en dos.

Un grito que le dé sentido al malestar de los humanos, que callados, pero incómodos, infelices, se tragan el dolor de vivir bajo un yugo, una fuerza brutal que todo lo aplasta con sus deformaciones de la realidad, vivir en una ficción creada por sus medios, donde la manipulación y la falsedad lo impregnan todo.

La humanidad no es este montón de frustrados unos, hambrientos los otros, todos infelices. Consumiendo unos, otros pugnando por consumir las inutilidades que nos proponen. Donde el mercado decide cuánto valemos, si es rentable mantenernos vivos, si debemos morir en manos de nuestros semejantes, o de las máquinas no tripuladas.

Nosotros, la Revolución Bolivariana, debe, puede dar ese grito que anuncie que hay pueblos rebeldes frente al poderoso imperio, que el espíritu de José Leonardo Chirino, alzado en las montañas de Iracara contra el imperio más poderoso de la época, aún vive entre nosotros, que Bolívar el del Paso de Los Andes, y el de someter a la naturaleza, nos guía.

Condenar la intervención imperial en Libia es un buen inicio, lamentarnos por la muerte de Gadafi nos coloca en el bando de los que aún creen en el humanismo. Sin embargo, es necesario ir más allá, darle una bofetada en la cara al poderoso imperio: Salirse de la ONU, gritarle al mundo que es una franquicia de la OTAN, que pertenecer a ella ya no tiene ningún sano sentido y es hacerse cómplice de los crímenes de los capitalistas.

Nosotros, la ALBA, podemos hacerlo. Chávez, el que gritó en la tribuna de la ONU que allí olía a azufre, el que visitó a Saddam cuando estaba prohibido por el imperio, el que ha tenido coraje para expulsar a embajadores gringos… ¡Puede hacerlo!

¡Con Chávez!

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