La ideología de la pequeña burguesía es muy peculiar, por ser una clase oscilante es muy inestable, inconsecuente. Sabemos que una clase dominante no se suicida, sin embargo, una subalterna como la pequeña burguesía, siendo responsable del poder, necesariamente debe suicidarse, no puede concretarlo, su hervor se agota con rapidez. Al carecer de proyecto propio, tiene dos opciones: el Socialismo que la aterra, o regresar al capitalismo. Su oportunismo la conduce a inmolarse en un furor tan retórico cuanto inútil.
Siendo así, el principal peligro para una Revolución es la atractiva ideología pequeño burguesa, siempre inoperante, inútil espuma, fuego fatuo, sólo estruendo, nunca sustitución, construcción.
Venezuela es país muy especial, sometido a un siglo de renta petrolera, con gobernantes que fragmentaron al pueblo con un sistema que daba migajas y no exigía nada a cambio, sólo demandaba tranquilidad para saquear al petróleo. Donde el despojo sustituía a la explotación, la renta a la plusvalía, el oro negro dispensaba cualquier planificación, enmendaba cualquier disparate.
Un país así necesariamente es terreno fértil para las ideologías oscilantes que siempre transan las luchas. Por ejemplo, la lucha armada, oportunidad magnífica para el cambio profundo, no fue derrotada por el enemigo fuertemente armado, lo hizo la ideología timorata, que a las primeras dificultades se cansó, escribió libros y tesis para justificar otros horizontes más confortables.
La ideología vacilante tiene como rasgo importante su renuncia a dirigir, traslada la responsabilidad a entes difusos, pervierte el fuego social dando sin pedir nada a cambio. Así ha actuado durante más de medio siglo, cuando el país dejó de ser campesino y se vino a los cerros de las grandes ciudades. El pacto de punto fijo es hijo directo de esta ideología.
El 27 de febrero es ejemplo de la incapacidad de esta ideología para construir, para superar al sistema capitalista, al contrario, es prueba de su función de distracción de la energía social hacia metas inocuas pero estridentes. El 27f no tuvo dirección política, todo quedó a la espontaneidad inofensiva, la masa puso miles de muertos sin una acción política, toda aquella energía se diluyó en la suma de miles de acciones individuales.
Ahora con ocasión de la formación del Polo Patriótico, la ideología pequeño burguesa arremete contra la posibilidad revolucionaria y pretende convertir al Polo en ofensiva contra la dirección política del proceso: contra el PSUV primero, luego contra el Comandante.
El Polo, extraordinario instrumento para las batallas que se avecinan, puede ser convertido en un arma contrarrevolucionaria por esta ideología vacilante que, en definitiva, actúa como válvula de seguridad del capitalismo, sabotea todas las iniciativas revolucionarias, las despoja de fuerza, las convierte solo en cascarón.
Es importante estudiar al Polo para poder defenderlo, ver su historia, relacionarlo con el ambiente donde sucede. Pero sobre todo es necesario preservar al PSUV, con todos sus errores y vicios, que deben ser corregidos, él y el líder son indispensables para dotar a la sociedad de la Política, la consecuencia que faltó el 27 de febrero.
¡Con Chávez!
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