La humanidad sólo tendrá futuro si cambia radicalmente la manera de vivir. No es posible continuar con el derroche de los recursos naturales, el impacto sobre la naturaleza y la miseria de las grandes mayorías que impone el capitalismo.
El mundo se resiente de la crisis del capitalismo, la "zona próspera", el llamado primer mundo, da señales de descomposición acelerada: las protestas ocurren en el corazón del imperio capitalista, Wall Street es escenario de manifestaciones de los que solicitan el cumplimiento de las promesas del sistema, de la concreción del "sueño americano", lo mismo en Europa. Estos indignados exigen reivindicaciones individuales.
Es muestra de la incapacidad del sistema capitalista de satisfacer lo que prometió a sus mejores hijos, sin hablar de la gran mayoría del planeta que el imperio desprecia. Esta ineficacia, el develar el fraude de las soluciones individuales, lleva a las protestas, por ahora tolerables y mañana intolerables. Necesariamente el imperio, en su patio y también en los países de la periferia, tendrá que imponer la represión, el fascismo, para contener el descontento de las masas que piden lo que nadie puede darles sin que estalle el planeta.
¿Cuál es la salida?
El capitalismo lo único que puede ofrecer es represión, su manera de vivir se agotó, la crisis global del capitalismo lo obliga a reprimir, lo que será sólo un paliativo a los problemas que se irán agudizando aún más.
El Socialismo, en contraste, ofrece un cambio en la visión del mundo, un cambio total en la manera de vivir: el rescate de la armonía entre los humanos y de estos con la naturaleza, modificar las necesidades y la forma de colmarlas. Otras metas, un buen vivir fundamentado en el espíritu, una sanación de la patología del consumo, sólo así podrá la humanidad superar la vía que amenaza extinción.
En Venezuela enfrentamos este dilema: o cambiamos la forma de vivir, y esto sólo es posible con Chávez y el Socialismo, o volvemos a la ilusión suicida del consumismo, que es la demente promesa del pacto de punto fijo disfrazado de mesa de unidad.
El dilema está claro: con Chávez rescatamos la armonía, la racionalidad, actuamos como sociedad, enfrentamos los problemas del mundo con la seriedad del que ve más allá de sus narices, que tiene capacidad de prefigurar el futuro y de esa manera conquistamos la paz.
Con la mesa y sus promesas falsas escogemos el camino del capitalismo, de las expectativas de un despilfarro imposible. De esa manera habrá protestas, allí están Chile, España, Grecia, Wall Street, como muestra del futuro que conduce al fascismo. Los pobres serán reducidos al gueto, sufrirán las razias de la cuarta.
El dilema es nítido: Socialismo o fascismo. Pero si los pueblos escogen seguir con el capitalismo, si nadie tiene el coraje de dirigirlos hacia la sensatez, si no superamos la manera del vivir capitalista, si el mundo continúa persiguiendo la fantasía del consumo desmedido y fácil, entonces…el resultado será la nada, la extinción.
¡Con Chávez!
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