Si consolidamos el Socialismo, si cumplimos el reto histórico, estaremos fundando un mundo que será ejemplo para el resto de la humanidad, indicará el camino de la salvación de la especie.
El cambio en las relaciones humanas será grandioso, todos seremos hermanos, volverá lo mejor de nosotros. Los problemas desaparecerán, enfrentados en conjunto tomarán dimensiones manejables. La fuerza de la sociedad se multiplicará por millones, seremos capaces de milagros.
Si consolidamos el Socialismo traeremos el cielo a la tierra, la vida cambiará. Las angustias de hoy, el desempleo, la inseguridad, la vida sin sentido, ir tras metas que sólo aumentan el vacío existencial, desaparecerán disueltas por la fuerza de una sociedad integrada. La naturaleza, alegre, recibirá a la especie que retorna a su armonía.
Es así, el principal cambio del Socialismo es en las relaciones humanas. Si vivimos como hermanos la inseguridad de la vida se reduce a niveles mínimos, entonces, recuperaremos el espacio y el tiempo.
La noche no será estímulo al miedo, sino fresco propicio al paseo. La vivienda no será un pequeño bunker para protegernos de nuestros semejantes, sino albergue del amor hogareño. Las cadenas de la existencia se diluirán en la fraternidad.
El trabajo, al ser para toda la sociedad, perderá su compulsión por la sobrevivencia y se transformará en ejercicio de realización humana. La explotación del capitalismo abrirá paso a la cooperación del Socialismo. El trabajo se confundirá con el ocio, los dos creadores, voluntarios, los dos edificando al Hombre Nuevo.
Las calles serán espacios para el encuentro, y dejarán de ser campos de batalla, pugna de egoísmos que atropellan la condición humana. Los parques no serán arrollados por el cemento de intereses mezquinos. La naturaleza cantará su armonía, y los hombres encontrarán en ella, no un enemigo, sino parte de su esencia.
Volverán a las ciudades, ahora racionales, humanizadas y no atapuzadas, los cantos de los pájaros que anunciarán la nueva vida. Las metas cambiarán, las preocupaciones serán, no cómo sobrevivir, sino cómo crecer. El desarrollo de todas las potencialidades del individuo y la sociedad será posible.
Al dejar de consumir mercancías innecesarias, superfluas, al eliminar necesidades artificiales creadas por el consumismo demencial, las fuerzas materiales de la sociedad se multiplicarán y nadie quedará sin abrigo.
Los niños podrán caminar por las calles apacibles, serán los hijos de todos, protegidos por todos, las mujeres podrán dar sus cuidados maternales, su amor de madre, sin más límites que su voluntad, el instinto materno no tendrá freno en la sociedad, al contrario, será considerado derecho humano fundamental.
Si consolidamos el Socialismo estaremos dando concreción al mandato de Cristo "amaos los unos a los otros", decretando el fin de la prehistoria y abriendo las puertas de par en par a la Historia. Salvaremos la especie, la vida, concretaremos la esperanza. En resumen, el hombre podrá, por fin, ser feliz.
Por consolidar el Socialismo vale la pena luchar.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
El cambio en las relaciones humanas será grandioso, todos seremos hermanos, volverá lo mejor de nosotros. Los problemas desaparecerán, enfrentados en conjunto tomarán dimensiones manejables. La fuerza de la sociedad se multiplicará por millones, seremos capaces de milagros.
Si consolidamos el Socialismo traeremos el cielo a la tierra, la vida cambiará. Las angustias de hoy, el desempleo, la inseguridad, la vida sin sentido, ir tras metas que sólo aumentan el vacío existencial, desaparecerán disueltas por la fuerza de una sociedad integrada. La naturaleza, alegre, recibirá a la especie que retorna a su armonía.
Es así, el principal cambio del Socialismo es en las relaciones humanas. Si vivimos como hermanos la inseguridad de la vida se reduce a niveles mínimos, entonces, recuperaremos el espacio y el tiempo.
La noche no será estímulo al miedo, sino fresco propicio al paseo. La vivienda no será un pequeño bunker para protegernos de nuestros semejantes, sino albergue del amor hogareño. Las cadenas de la existencia se diluirán en la fraternidad.
El trabajo, al ser para toda la sociedad, perderá su compulsión por la sobrevivencia y se transformará en ejercicio de realización humana. La explotación del capitalismo abrirá paso a la cooperación del Socialismo. El trabajo se confundirá con el ocio, los dos creadores, voluntarios, los dos edificando al Hombre Nuevo.
Las calles serán espacios para el encuentro, y dejarán de ser campos de batalla, pugna de egoísmos que atropellan la condición humana. Los parques no serán arrollados por el cemento de intereses mezquinos. La naturaleza cantará su armonía, y los hombres encontrarán en ella, no un enemigo, sino parte de su esencia.
Volverán a las ciudades, ahora racionales, humanizadas y no atapuzadas, los cantos de los pájaros que anunciarán la nueva vida. Las metas cambiarán, las preocupaciones serán, no cómo sobrevivir, sino cómo crecer. El desarrollo de todas las potencialidades del individuo y la sociedad será posible.
Al dejar de consumir mercancías innecesarias, superfluas, al eliminar necesidades artificiales creadas por el consumismo demencial, las fuerzas materiales de la sociedad se multiplicarán y nadie quedará sin abrigo.
Los niños podrán caminar por las calles apacibles, serán los hijos de todos, protegidos por todos, las mujeres podrán dar sus cuidados maternales, su amor de madre, sin más límites que su voluntad, el instinto materno no tendrá freno en la sociedad, al contrario, será considerado derecho humano fundamental.
Si consolidamos el Socialismo estaremos dando concreción al mandato de Cristo "amaos los unos a los otros", decretando el fin de la prehistoria y abriendo las puertas de par en par a la Historia. Salvaremos la especie, la vida, concretaremos la esperanza. En resumen, el hombre podrá, por fin, ser feliz.
Por consolidar el Socialismo vale la pena luchar.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
1 comentario:
La perseverancia de los optimistas permiten los grandes cambios de la humanidad. Suerte y fé. Lo acompaño en sus buenos deseos.
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