El capitalismo ha conseguido convertir a la humanidad en un gigantesco mercado donde todo lo material y lo espiritual devino en mercancía, susceptible de ser vendida o comprada. De esta forma, el humano-mercancía se transformó en el principal enemigo de sí mismo.
Este proceso de deshumanización que comenzó hace miles de años con la posibilidad de la apropiación del trabajo ajeno, nos conduce a la extinción y nos condena a una vida miserable.
El capitalismo, tenaz, ha conquistado todas las expresiones del humano, de la vida en sociedad. La toma de lo material fue acompañada del asalto a lo espiritual, todo sucumbió al avance de la mercancía: la religión, el arte, la imaginación, todo se rindió al altar del dinero. El mundo comenzó a girar cada vez más por el dinero, la mercancía, el mundo de las cosas aplasta al mundo del humano, el interés del capital prevalece sobre el interés de la humanidad.
Se hacen guerras en beneficio del capital, no importa que sean espantosos genocidios de humanos y de culturas. Se intoxica a la humanidad con fármacos y alimentos artificiales para aumentar las ganancias de las bolsas de valores. Las drogas y las armas engordan las cuentas de los capitalistas y destruyen a la juventud que no tiene lugar en el sistema de las mercancías.
En esta batalla de la Humanidad, que se resiste a la degeneración capitalista, al suicidio que es el camino de las mercancías, sólo queda un bastión, un refugio: “El Amor Materno”, la Máter …
El Amor Materno es la última trinchera contra el egoísmo capitalista, y la primera trinchera en la ofensiva Socialista, por eso le ha costado tanto al capitalismo conquistarla, es la reserva de la especie. Allí, en el Amor Materno, se libra la última batalla de la humanidad. Veamos.
León Zitchner asimila el amamantar de la madre con las bases más íntimas del Socialismo. Nos dice: …“allí entonces cada uno recibiría de acuerdo a su necesidad y daría acorde con su capacidad.
Pero esa forma social, tan humana como difícil de ser recreada, es la que en la infancia del niño todo hijo vive con la madre mientras ella lo amamanta y lo arrulla, donde le da todo al hijo sin pedir nada a cambio, sin equivalente, por amor al arte, sólo por el gusto amoroso de colmarlo en el acto en que al darse ella misma se colma”…
El capitalismo intenta tomar la última trinchera, derrotar a la humanidad. Ataca el amamantar, lo reduce a un mero problema de alimentación material, sustituible por fórmulas industriales.
Pretenden equiparar el hogar a una empresa. El derramamiento amoroso que allí ocurre, asimilarlo con el trabajo de una fábrica. Algunos piden remunerarlo, transformar el último reducto del amor en mercancía.
Las Revoluciones deben proteger al Amor Materno, a la familia amorosa, luchar contra la familia autoritaria. Ese será el núcleo de la liberación humana.
El Ministerio de la Mujer debía ser el Ministerio de la Madre o, más directamente, el del Amor Materno.
¡Chávez es Socialismo!
Este proceso de deshumanización que comenzó hace miles de años con la posibilidad de la apropiación del trabajo ajeno, nos conduce a la extinción y nos condena a una vida miserable.
El capitalismo, tenaz, ha conquistado todas las expresiones del humano, de la vida en sociedad. La toma de lo material fue acompañada del asalto a lo espiritual, todo sucumbió al avance de la mercancía: la religión, el arte, la imaginación, todo se rindió al altar del dinero. El mundo comenzó a girar cada vez más por el dinero, la mercancía, el mundo de las cosas aplasta al mundo del humano, el interés del capital prevalece sobre el interés de la humanidad.
Se hacen guerras en beneficio del capital, no importa que sean espantosos genocidios de humanos y de culturas. Se intoxica a la humanidad con fármacos y alimentos artificiales para aumentar las ganancias de las bolsas de valores. Las drogas y las armas engordan las cuentas de los capitalistas y destruyen a la juventud que no tiene lugar en el sistema de las mercancías.
En esta batalla de la Humanidad, que se resiste a la degeneración capitalista, al suicidio que es el camino de las mercancías, sólo queda un bastión, un refugio: “El Amor Materno”, la Máter …
El Amor Materno es la última trinchera contra el egoísmo capitalista, y la primera trinchera en la ofensiva Socialista, por eso le ha costado tanto al capitalismo conquistarla, es la reserva de la especie. Allí, en el Amor Materno, se libra la última batalla de la humanidad. Veamos.
León Zitchner asimila el amamantar de la madre con las bases más íntimas del Socialismo. Nos dice: …“allí entonces cada uno recibiría de acuerdo a su necesidad y daría acorde con su capacidad.
Pero esa forma social, tan humana como difícil de ser recreada, es la que en la infancia del niño todo hijo vive con la madre mientras ella lo amamanta y lo arrulla, donde le da todo al hijo sin pedir nada a cambio, sin equivalente, por amor al arte, sólo por el gusto amoroso de colmarlo en el acto en que al darse ella misma se colma”…
El capitalismo intenta tomar la última trinchera, derrotar a la humanidad. Ataca el amamantar, lo reduce a un mero problema de alimentación material, sustituible por fórmulas industriales.
Pretenden equiparar el hogar a una empresa. El derramamiento amoroso que allí ocurre, asimilarlo con el trabajo de una fábrica. Algunos piden remunerarlo, transformar el último reducto del amor en mercancía.
Las Revoluciones deben proteger al Amor Materno, a la familia amorosa, luchar contra la familia autoritaria. Ese será el núcleo de la liberación humana.
El Ministerio de la Mujer debía ser el Ministerio de la Madre o, más directamente, el del Amor Materno.
¡Chávez es Socialismo!
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