Se ha dicho que la construcción del Socialismo es ante todo un suceso espiritual, cultural. Se ha reflexionado que son las ideas las motoras de la historia, se entrelazan con la materialidad, es verdad, pero son ellas las impulsoras de la vida social, ya Martí lo postuló: “una idea justa desde el fondo de una cueva puede derrotar un ejército”, y Fidel lo apoyó con esa práctica sublime que fue la Sierra Maestra y con la idea justa que es el Socialismo.
La Revolución necesita impregnarse del espíritu Socialista, de su pensamiento, sus ideas. Que la masa sienta y piense el Socialismo, el de verdad, por el que vale la pena vivir y morir, del urgente. No el de la retórica vacía que, por imprecisa, hace del Socialismo una baratija más en el mercado. Ese es el reto principal de la Revolución que reclama la humanidad.
Si dejamos que la oportunidad revolucionaria, quizá la última, se nos vaya entre dimes y diretes, retruécanos y metas menores, estaremos condenando a la humanidad a su extinción, cambiando la vida de la especie por un titular de periódico, o unos puntos en las encuestas.
El desafío es inmenso: se trata de construir el Socialismo o perecer.
¿Cómo construir el espíritu socialista, cómo sembrarlo en la masa?
La dominación de una minoría, la esclavitud sobre el resto de la humanidad es una cultura de milenios, pero la intención liberadora es tan antigua como la sumisión. Con la esclavitud surgió también la rebeldía, desde siempre la batalla emancipadora ha estado presente en la historia humana.
La dominación se sostiene en el espíritu, entonces es necesario ir hasta allá, a lo profundo del alma, a los acantilados de la psiquis, es allí donde están las cadenas que esclavizan. En esas profundidades se decide la contienda.
Para romper el muro que resguarda al humano dominado, sumiso, es necesario un impacto psíquico de alta magnitud que fracture la muralla de defensa y posibilite el establecimiento de una Comunicación de la Rebeldía con los abismos del alma colectiva.
Siempre un proceso revolucionario viene precedido de este impacto. El Cuartel Moncada, el 4 de febrero, son ejemplos. Así la Revolución establece una vía con el alma de los dominados y se sitúa en el campo de batalla, en el espíritu colectivo.
Se inicia el desvanecimiento del viejo castillo cultural de la dominación, emana la creatividad de la rebeldía aplastada, y germina el nuevo edificio cultural de la liberación, el nuevo mundo, el Hombre Nuevo.
El impacto inicial, su efecto que hizo posible una nueva esperanza y vislumbró una nueva relación, debe ser cuidado con acciones que refuercen la nueva propuesta de contrato social. No es posible ese salto, esa construcción, sin nuevas huellas, ahora no necesariamente violentas, pero si de igual energía de cambio.
Enfrentar la extinción de la especie debe ser un principio de la conciencia. Sólo el Gobierno Revolucionario podrá tomar las medidas que nos salven. El Socialismo verdadero será la panacea universal.
¡Con Chávez Resteaos!
1 comentario:
Parafraseo de Lenin:
Un revolucionario se hace educándolo.
Una revolución se hace organizando y movilizando a los revolucionarios.
La organización y la movilización educan al revolucionario.
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