La revolución sólo se consolida con la participación de la Clase Obrera consciente, esto es, encontrada con su ideología, con su papel histórico. En ese camino encontramos tres posiciones. Veamos.
Una. En el capitalismo la Clase Obrera se organiza para vender su fuerza de trabajo, esa es la mercancía que lleva al mercado. Así forma parte del metabolismo del capitalismo. El Sindicato es su marchante.
Las luchas obreras meramente reivindicativas son parte del sistema, no lo cuestionan. Mientras la Clase Obrera se mantiene en este status, el sistema de explotación está garantizado.
Dos. Cuando la clase se eleva sobre el economicismo y comprende que no hay liberación posible sin cambiar todo el sistema social, sin superar al capitalismo, entonces, se encontró con su ideología…se reconoce clase destinada a cambiar la sociedad, y asume ese reto. Pasa de ser una clase parte del sistema de explotación, a ser liberadora de la humanidad.
Tres. En el camino de esta toma de conciencia existen estaciones intermedias, extravíos: la Clase Obrera ve espejismos y tentaciones, siente que el sistema capitalista debe ser cambiado pero no puede hacerlo porque busca soluciones en el mismo campo capitalista. Confunde obrero, con Clase Obrera consciente, confunde dirigir una fábrica, con cambiar el sistema. De esta manera, evade su papel histórico de sepulturera del capitalismo.
Estas son las tres corrientes de la gran guerra de la Clase Obrera consigo misma. Se presentan en toda Revolución, es la batalla fundamental.
Ocurre en Bolivia cuando los obreros economicistas no entienden la importancia de Evo y lo atacan por mejoras salariales, poniendo en peligro todo lo que él significa para su propia Redención, y de la sociedad boliviana.
Los tres actores están aquí entre nosotros.
El economicismo recorre a la Revolución Bolivariana, campean los marchantes. No entienden la oportunidad de redención de la sociedad toda, y la cambian por el plato de lentejas de una pequeña reivindicación que les permite mantener su status. Confinan la Clase Obrera al infantilismo.
Otros, aparentemente más elevados, pretenden hacer una Revolución Socialista en el ámbito mezquino de su fabriquita, ese es su universo, se olvidan del resto del país, del continente, de la Humanidad, practican una suerte de egoísmo con retórica social. Así engañan a los trabajadores, que no resolverán de esa manera los problemas de su existencia, y lesionan la oportunidad histórica que es esta Revolución y el Comandante Chávez.
Pero otros, encontrados con la ideología revolucionaria, saben que la Revolución, la marcha al Socialismo es un asunto social, que tiene que ser con el Gobierno Revolucionario, con Chávez que resume la conducción de la sociedad, por eso lo apoyan en la práctica y en la teoría. Establecen las nuevas relaciones socialistas dentro de las fábricas y con el gobierno, que sirven de ejemplo para el resto de la sociedad. Esta es la esencia de la conducción obrera, de esta manera asumen el reto histórico de liberar a la sociedad.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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