La realidad es infalible, su veredicto inapelable: cuando ella habla, la teoría calla, la discusión concluye.
Entre nosotros se desarrolla una extensa polémica alrededor de la forma de avanzar hacia el Socialismo. Varias posturas se manifiestan, dos grandes campos agrupan a las proposiciones. Veamos.
Primero, encontramos un campo capitalista, que tiene dos proposiciones principales:
Los que proponen algo que podríamos agrupar como Socialismo Insular, son formas económicas y de organización social aisladas que reproducen la conciencia egoísta, las soluciones individuales y grupales. Estas formas se cubren con una ligera capa de retórica socialista, sin embargo, al no tener sentido de integración social, rápidamente entran en contradicción con el avance hacia el Socialismo, así se lo dictan sus intereses parciales.
La otra proposición capitalista es la que postula un Social-Capitalismo, dicen que es suficiente que el Estado mantenga el control económico de las empresas básicas, Guayana, PDVSA, y que en el entorno se estimule la “productividad capitalista”. Reducen el Socialismo a un mero problema de propiedad, cuando es un asunto cultural, de espiritualidad, de conciencia y de integración social.
La realidad ha hablado: el capitalismo no entiende razones, no acepta controles, su voracidad no le permite otra razón que la acumulación de capital.
Hoy en Venezuela se libra una batalla por el Socialismo, en ellas los diversos frentes de lucha se complementan y potencian mutuamente. El capitalismo ataca en lo político con la “mesa de unidad”, en lo social penetra en los barrios con sus mentiras, manipula, pretende organizarse, e intenta influenciar a la Fuerza Armada.
Ahora, en la proximidad de las elecciones, lanza una fuerte ofensiva económica: especula con el dólar, crea desabastecimiento, se sale de los controles de Estado, y sus medios arrecian campaña de manipulación.
Las instrucciones vienen del monstruo del norte: el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, estuvo de gira por la región a mediados de abril y asomó la estrategia, declaró: “Pienso que Venezuela enfrenta problemas internos y económicos muy severos. Eso ya no la hace un modelo tan atractivo para otros.”
Manifestaban así su intención de lanzar una ofensiva económica, que estimulará los otros frentes, creará condiciones para un golpe, y debilitará a la Revolución para las elecciones.
El otro campo es el Socialista. Éste propone como esencia del Socialismo la Propiedad Social de los Medios de Producción administrados por el Estado, único soporte de la Conciencia del Deber Social. Y resalta que es en la Conciencia, en el espíritu, que se da la gran batalla por el Socialismo.
Ya no existe cabida para más retardos, la realidad habló. Los capitalistas no aceptan convivencias con el Socialismo, si éste se descuida, si no eleva la Conciencia del Deber Social, los zamuros capitalistas lo engullirán, y la primera y definitiva derrota que le infringen es en la Conciencia de las masas. De esa manera las confunden, las separan del proyecto, debilitándolo, y así preparan para dar el zarpazo fascista.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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