Los dirigentes escuálidos hablan de golpe y de magnicidio con inusual descaro, sólo disfrazan un poco sus palabras, la salida cruenta cada día se fortalece, están envalentonados.
Ya todos los sectores opositores se han manifestado: los empresarios, la dirigencia de la iglesia, los renegados militares, todos siguen obedientes al guión de la embajada gringa, la orden es yugular a la Revolución, que chille la economía, y tumbar a Chávez.
Están creando una imagen de debacle económica, de peligro de guerra, los altos voceros gringos no pasan un día sin agredir al Comandante, lo acusan de armamentista, de enemigo público de Estados Unidos, construyen con celeridad una imagen tipo Hussein que haga aceptable para su opinión pública la tropelía que planifican.
Corren presagios de enfrentamiento. La pregunta que surge es ¿cómo será?
Es difícil responder, pero se puede hacer una comparación histórica y tener una idea del “modus operandi” de los imperiales. Veamos.
Los fascistas han ensayado siempre la simulación de agresiones que justifiquen sus arremetidas. Recordemos.
A Hitler, con el incendio del Reichstag (parlamento alemán) en 1933, que justificó el avance nazi en Alemania. Los nazis se apoyaron en el suceso, que fue detonante para impulsar la suspensión de garantías, y para acusar a sus adversarios comunistas. Ha quedado comprobada la autoría nazi.
El 3 de agosto de 1964 el presidente de Estados Unidos, Lyndon Johnson informó de un ataque de las patrulleras vietnamitas al destructor USS Madox en el Golfo de Tonkin, y consiguió la autorización del Congreso para lanzar masivos ataques contra el gobierno de Hanoi. En 2005 documentos desclasificados de la Agencia de Seguridad Nacional, comprueban que no hubo tal ataque, fue un detonante artificial que justificó la profundización de la guerra de Vietnam.
El 15 de febrero de 1898 explota misteriosamente en la bahía de La Habana el acorazado Maine. Este hecho fue casus belli de la invasión gringa a ese país, y la frustración de su independencia.
Los ejemplos son muchos, recordemos las Torres Gemelas de New York, nuestro Puente Llaguno, los atentados terroristas antes de la caída de Allende. Con esos ejemplos es suficiente.
Está claro que el imperio usa acciones terroristas como detonante, como generador de odio, miedo y justificación de agresiones.
Entonces, justo es pensar que están preparando un detonante que cambie el paisaje político venezolano. Debemos estar alertas, cuidar a los objetivos factibles de estos ataques terroristas escuálidos, los nuestros, y también los de ellos, posibles de endilgárnoslos.
Es necesario amolar nuestro aparato de información y comunicación para enfrentar temprano un ataque de esta naturaleza. Es importante informar a la sociedad de esta posibilidad, eso contribuirá a desmontarla. Pero también es importante que la masa chavista esté alerta, vigilante, que sepa qué hacer a la hora de la agresión, derrotar desde ahora las respuestas desesperadas, construir una reacción implacable pero serena. Si se atreven, debemos profundizar al Socialismo tomando medidas, con orden, disciplina, sin disipar la energía social en acciones sin sentido.
¡Sin Chávez no hay Socialismo!
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