El Grano de Maíz del 9 de marzo, “Socialismo Comercial”, provocó respuesta del Ministro Sanz. Se sintió aludido y expuso sus ideas. Siempre nos parece saludable la discusión.
No vamos a entrar en los aspectos personales de la respuesta del Ministro, lo que está en juego en Venezuela en estos momentos tiene tal importancia, que enturbiarlo con observaciones particulares sería un crimen de lesa humanidad. Vayamos al grano.
El cuadro político se mueve rápidamente hacia terrenos de definición, las tensiones sociales y la turbulencia que genera se profundizan cada hora, el paisaje cambia cada minuto, las talanqueras son saltadas, y ellas mismas se mueven. Ya no es suficiente un análisis superficial, simple, para ubicarse. Ahora el momento exige más reflexión.
La división de los campos en gobierno y oposición ya no es suficiente, la situación exige otro instrumento de análisis para entender el difícil escenario. Necesitamos ubicar la contienda en su contenido ideológico. Veamos.
Debemos dividir los campos de acuerdo a la ideología, así tendríamos: Socialistas y Nosocialistas, esto nos daría una comprensión mejor de la realidad política, explicará las propuestas que hoy se discuten, y también por qué saltó Falcón, y por qué lo hizo hacia el PPT. Explicaría por qué se le dispara soterradamente a Cuba, y por qué se regatea el apoyo a Chávez. Estudiemos entonces qué ideologías se mueven en la política venezolana.
Tres ideologías principales encontramos en el análisis:
Una, los Capitalistas Francos: se encuentran en los dos campos, en el opositor y en el bolivariano, los de este lado se mimetizan, hasta citan a Marx, pero siempre se les ve el talante capitalista. Los intereses económicos de los dos bandos son iguales, coinciden y coincidirán en última instancia.
Dos, los Reformistas: plantean la superación del Capitalismo, pero “poco a poco”, “primero hay que construir las condiciones”, dicen. Para estos cualquier cambio que vaya al fondo, y el fondo es la Propiedad Social de los Medios de Producción, administrada por el Estado Nacional, será tildado de extremismo, de apresurado, de estalinista, etc. Para ellos la transición es eterna. Estos se encuentran, también, en los dos lados. Se presentan con variados matices, a veces más radicales, a veces más cautos, pero siempre morigerando, mareando, obstaculizando el camino. A fin de cuentas llevan agua al molino capitalista. Tarde o temprano propondrán acuerdos, conciliaciones, concertaciones. Esa es su historia mundial.
Tres, los Revolucionarios: son partidarios de los cambios económicos, sociales, políticos, que crean una nueva existencia, que será base material para la Conciencia del Deber Social, para el rescate del sentido de pertenencia a la sociedad. Cambios que simultáneamente van creando las condiciones necesarias para su realización, y cambios que simultáneamente van formando al Hombre Nuevo, o mejor, sólo en esa acción de cambiar se puede forjar al Hombre Nuevo. O dicho en otras palabras, el hombre cambia las condiciones de su existencia, las crea.
Los reformistas que actúan desde dentro de la Revolución son los que más daño hacen, son difíciles de identificar, se mimetizan revolucionarios, adoptan lenguaje radical, pero en realidad sus propuestas evitan el núcleo de los cambios, son evasivas, extravíos que debilitan a la Revolución.
La historia de la Revolución Bolivariana es la historia de la pugna entre estas corrientes. Es allí que debemos ubicar el Grano de Maíz y la respuesta del Ministro.
Uno de los aspectos de fondo que se discute, es la etapa de transición. Nosotros pensamos que la transición no es un paseo automático hacia el Socialismo, ni es una excusa para no avanzar, al contrario, en esta etapa se intensifica la lucha de clases, la lucha ideológica. Depende del desenlace de esa feroz lucha el destino de la transición, que se decida a favor del Capitalismo, o se decida a favor de continuar la ruta hacia el Socialismo.
Entonces, lo importante en la transición es la tendencia que esta lleve, lo que se esté construyendo en el alma de la sociedad, hacia dónde van los pasos, lo nuevo que va naciendo y lo viejo que va desapareciendo. Es en este ambiente que debemos analizar las propuestas.
La Revolución Bolivariana ha cosechado derrotas innecesarias, y merecen estudio. La Reforma es una de ellas, la pérdida de la Alcaldía Mayor , la del municipio Sucre y la Gobernación de Miranda, son otras ¿A qué atribuir estas fallas? ¿Es una tendencia? ¿Cómo hacer para revertirlas? ¿Cómo hacer para que la oportunidad magnífica que es la transición no se nos escape entre los dedos? Estudiemos.
La causa principal de estas derrotas debemos localizarla en la confusión, en las armas que usamos para construir el Socialismo, ya lo decía el Che: las armas melladas del capitalismo conducen al fracaso.
Entonces, la polémica sobre el Socialismo de Mercado no es una discusión trivial, académica, es la discusión del futuro de la Revolución. De lo que hagamos hoy dependerá el éxito o el fracaso mañana.
Veamos cuál es la propuesta del “SocialMercado”. No se trata del Mercado solamente, se trata del Mercado asociado a la producción capitalista, eso queda claro en las explicaciones de los propulsores de la idea. Es decir, el Mercado distribuirá de manera “controlada” la mercancía portadora de trabajo robado a los obreros, la plusvalía, y de esa manera se disminuye la apropiación del capitalista explotador. Por los precios bajos, se dice que se está distribuyendo socialmente la plusvalía, y que esa mayor o menor distribución determina el carácter socialista. De esta manera, cuando las grandes tiendas hacen rebajas, entonces se estarían convirtiendo en socialistas.
La plusvalía, la apropiación del trabajo ajeno, el trabajo enajenado, el extrañamiento del obrero del producto de su trabajo, es un asunto de relación de propiedad de los medios de producción, y no un asunto de la cantidad de esa apropiación. Sin sustituir la relación de propiedad, sin devolverle los medios de producción a la sociedad, siempre el capitalista restaurará y fortalecerá su explotación. Así, las pretensiones socialistas volverán al reino de la utopía.
Una cosa es la necesaria y transitoria cohabitación con los capitalistas, que siempre será una batalla a muerte, recordemos abril o diciembre, y otra cosa es establecer esta cohabitación como Socialismo o transición al Socialismo. Una cosa es que Mercal subsidie los alimentos producidos por los capitalistas y otra cosa es decir que en el Mercado se distribuye la plusvalía de manera social, y que eso es el Socialismo Nuestro.
La propuesta de SocialMercado lleva implícita la ilusión de controlar el capital, de limitar su ganancia, su explotación, su crecimiento. Para desengaño de reformistas, Marx nos dice en los Grundrisse:
“El capital, empero, como representante de la forma universal de la riqueza –el dinero- constituye el impulso desenfrenado y desmesurado de pasar por encima de sus propias barreras. Para él, cada límite es y debe ser una barrera. En caso contrario dejaría de ser capital, dinero que se produce a sí mismo.”
La realidad nuestra corrobora el pensamiento de Marx, es suficiente recordar el comportamiento de los capitalistas locales.
Entonces, no hay coexistencia pacífica con el capital, éste terminará fagocitando a la esperanza socialista. El capitalismo, sus formas, en la transición deben tender a desaparecer, nunca a crecer.
No es posible, ser equitativo en la distribución, socializar la distribución, sin socializar los medios de producción. Marx estudió muy bien este punto, en los Grundrisse nos dice:
“Según la concepción más superficial, la distribución aparece como distribución de los productos, y de tal modo como más alejada de la producción y casi independiente de ella. Pero, antes de ser distribución de los productos, ella es: 1) distribución de los medios de producción; 2) distribución de los miembros de la sociedad entre las distintas ramas de la producción –lo cual es una definición más amplia de la misma relación- (subsunción de los individuos en determinadas relaciones de producción). La distribución de los productos es manifiestamente sólo un resultado de esta distribución que se haya incluida en el proceso mismo de producción, y determina la organización de la producción. Considerar a la producción prescindiendo de esta distribución que ella encierra, es evidentemente una abstracción huera, mientras que, por el contrario, la distribución de los productos ya está dada de por sí junto con esta distribución, que constituye originariamente un momento de la producción. Ricardo, que se ha esforzado por concebir a la producción moderna en su organización social determinada y que es el economista de la producción por excelencia, declara precisamente por esa razón que no es la producción, sino la distribución, el verdadero tema de la economía moderna. Una vez más se evidencia el absurdo de los economistas, que presentan a la producción como una verdad eterna, y relegan la historia al campo de la distribución." (Subrayado nuestro)
Además, e igualmente peligroso, recordamos: toda forma económica que estimule al capitalismo estimulará también la conciencia egoísta, y eso tendrá necesariamente expresión en la política concreta, en el apoyo a la Revolución. Pero , asimismo, intentar controlar al capitalismo, ponerle límites, es cuando menos una candidez que nos llevará inevitablemente a su restauración plena y a la derrota del Socialismo.
Reafirmamos aquí la obligación de los Socialistas: en lugar de andar buscando al Socialismo por los rincones, debemos construir Zonas Socialistas. Nos permitimos traer algunos párrafos del Grano titulado “Las tareas de la clase obrera”, que ilustra el asunto:
“El agotamiento de la ideología pequeño burguesa dentro de la Revolución nos ha ubicado en una encrucijada fértil. Ahora podemos avanzar, hay grandes posibilidades, o podemos retroceder a las miserias del pasado, es una clara amenaza.
Estamos en terrenos de posibilidad socialista, como nunca hubo en Venezuela, y como pocas veces en el mundo. Es tal el avance del proceso bolivariano, que las tareas pendientes sólo las puede realizar la clase obrera encontrada con su ideología. Si la clase obrera no asume la hegemonía, la Revolución se pierde.
De allí que su principal tarea es ponerse al frente, tomar la hegemonía del proceso, a esto la ha llamado varias veces el Comandante. La pregunta que surge es:
¿Cómo hacerlo?
La clase obrera sólo puede tomar la conducción de la Revolución en la práctica, con el ejemplo, mostrando el camino, la nueva manera de vivir, de trabajar, los nuevos objetivos sociales, sólo así podrá dibujar un nuevo horizonte, conducirnos hacia el nuevo mundo.
Entonces, de aquí se desprende que la clase obrera debe constituirse en columna vertebral de las Zonas Socialistas, zonas donde el Socialismo sea concreción. Allí debe haber hegemonía de la Propiedad Social de los Medios de Producción Administrados por el Estado Nacional, entrelazados con la Conciencia del Deber Social.
La Conciencia del Deber Social, el Sentido de Pertenencia de la Sociedad , debe ser el motor de la actividad en esa zona. Y el Trabajo Colectivo Voluntario, por ser ejemplo, práctica de la entrega de esfuerzo a la Sociedad sin más compensación que la satisfacción del deber social cumplido, debe ser el eje de la formación del Hombre Nuevo. El eje de la producción, de la economía, deben ser fábricas, unidades económicas grandes, que agrupen a grandes sectores de la población. Unidades donde la producción colectiva, esa manera de existir, sirva de base a la Conciencia Social.
La producción debe obedecer a necesidades sociales y no a los requerimientos egoístas de una fracción de la sociedad. La distribución debe ser de acuerdo a las necesidades de cada uno.
Los estímulos morales y los materiales colectivos serán acicate en el desempeño del trabajo.
Las Zonas Socialistas no son unos ejercicios académicos, sin repercusión política, son por el contrario trincheras en la defensa de la Revolución y del Comandante Chávez. Sus miembros deben ser combatientes prestos para las batallas de la construcción del Socialismo, y también aptos, listos para defender al Socialismo en cualquier terreno. Son destacamentos de primera línea en la lucha contra el capitalismo.”
Hasta aquí, por ahora, la respuesta al Ministro Sanz, desmontar los sofismas que emplea en su trabajo nos distraería de los aspectos importantes de la discusión.
Seguiremos soñando, siendo utópicos, y dando la vida por esos sueños. Convencidos que toda Revolución fue antes un hermoso sueño, una maravillosa utopía.
¡Viva el Comandante utópico del 4 de febrero!
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