Una Revolución se resume, se compendia en su organización política, en su partido, y éste se sintetiza en su dirección. Así, el partido será como sea su dirección, y a su vez la dirección será reflejo del partido.
La relación del partido con el pueblo tiene otras características: puede ser una relación clientelar, ésta será útil para mantener un sistema de rapiña, de clientelismo capitalista.
Puede ser una relación orgánica, en este caso los dos son parte de un mismo cuerpo: el partido es instrumento organizativo del pueblo para realizar las tareas políticas que la construcción de un nuevo mundo requiere.
Pueblo y Partido se influyen mutuamente, vibran en un mismo tono, se saben parte de similar faena, persiguen un idéntico objetivo. Esta relación partido-gobierno, propia de la Revolución , es instrumento y preámbulo para el avance a nuevas formas organizativas de la sociedad.
Pero el Partido que es instrumento del cambio, también será, es inevitable, escenario de la feroz lucha ideológica que ocurre en la Revolución , en él se enfrentan las corrientes que pugnan por dirigir la sociedad.
Entonces, no es pensable la construcción de un Partido Revolucionario como un proceso apacible, sin traumas, por el contrario, es de esperar una turbulencia, un torbellino, una batalla y, en esa batalla se decide la suerte de la Revolución.
El partido revolucionario en una Revolución Pacífica se construye, en gran medida, con el hombre, con el político de la vieja tradición oligarca. Y además tiene que convivir durante un gran trecho con la lógica, los valores burgueses, con las instituciones oligarcas heredadas: el Sistema Electoral, el de Justicia, el Parlamento, terreno adverso para la formación del Partido Revolucionario y la conexión con la masa.
De allí que la construcción de un partido revolucionario, y más en condiciones de Revolución Pacífica, no puede ser espontáneo, no brota como hongos en el campo, es un trabajo difícil que requiere de una alta Conciencia del Deber Social, una confrontación constante con los valores y costumbres del pasado.
La Revolución Bolivariana, que atraviesa por una crisis de crecimiento, que da pasos en lo económico cambiando las relaciones de propiedad en importantes áreas, que es asediada por el enemigo imperial, debe, es urgente, acompañar esos cambios con avances en la organización política y social.
La Revolución necesita un instrumento político capaz de resumirla, defenderla y desarrollarla.
El PSUV, que es, ya dijimos, escenario de feroz lucha de clases, requiere, y esto es indispensable, la formación de Destacamentos de Vanguardia, que compendien a los mejores, a los más concientes. Destacamentos que formarán la columna vertebral de la organización, encargados de impulsar los valores socialistas y combatir los valores oligarcas heredados de la política del pasado. Serán los primeros a la hora del sacrificio y los últimos a la hora de los privilegios.
Sólo así evitaremos que dentro de nosotros triunfe el pasado.
¡Chávez es la Paz !
¡El Nobel para los Cinco!
¡Irreverencia y Lealtad!
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