La conexión de la Revolución con las masas es vital, definitiva, de ella depende el éxito del proceso, sin ella la Revolución irremediablemente se pierde.
Es imprescindible el estudio de esa conexión, los líderes, las organizaciones, deben sentirla, medirla, tener el arte y la ciencia de su correcta evaluación.
La conexión revolución-masas fluctúa: a veces está en flujo, en auge, las masas hacen suyas las tareas de la Revolución, se funden con los líderes, en otras ocasiones está en reflujo, entonces las masas se apartan de sus dirigentes, escépticas. Son momentos de autocríticas, correcciones, rectificaciones, y también de grave peligro. La Revolución entra en períodos de debilitamiento, presenta grietas que son aprovechadas por el enemigo para yugularla.
Estas fluctuaciones se producen, estos períodos de flujo y reflujo se suceden porque la masa al principio de la Revolución no tiene una comprensión de la estrategia, sólo la intuye, y por eso se pierde en los requiebros tácticos.
¿Cómo evaluar correctamente las fluctuaciones, cómo saber en qué fase nos encontramos, cómo corregir? Son preguntas para reflexionar.
Las fluctuaciones se pueden medir por las movilizaciones, éstas son para el revolucionario una escuela y una encuesta. Por ellas, por el entusiasmo en ellas, se puede medir la masa actuante.
Las movilizaciones alrededor de objetivos políticos altruistas nos dan una visión del nivel de la conexión. Aquí cabe diferenciar la movilización en las que la masa asiste con entusiasmo, con alto grado de espontaneidad, inventando maneras de participación: se disfraza, lleva carteles ingeniosos de denuncias, fotos. En ella se siente la fraternidad entre los participantes, la alegría de ser uno, de participar de un mismo sueño. Casi siempre son en campo abierto, en alta mar.
Otra cosa es la procesión fría, automática, siempre en espacios cerrados, con participantes ordenaditos, sin meterse para lo hondo, en la orillita.
La movilización nos da una buena medida de la conexión, además educa en la relación fraterna. La procesión engaña, cumple el requisito burocrático, pero sin conexión con la masa, al contrario, la simula, la suplanta, es una peligrosa ficción.
Atenerse a las encuestas es un error, ellas son frías, miden la superficie, nunca el alma. El espíritu combativo de las masas, ese que defiende y construye revoluciones, sólo se mide en la calle, con movilización. Además las movilizaciones educan, aceran el ánimo para el combate, estimulan la discusión política, sugieren la organización.
¿Pero, en qué fase nos encontramos hoy? No queremos entrar en esa discusión, cada uno tendrá su propia apreciación, no importa cuál sea la respuesta, siempre la solución será la misma:
Si hay reflujo, igual que si hay flujo, auge o escepticismo, siempre debemos evaluar el camino, rectificar y movilizar, hacer que la masa haga suya la causa revolucionaria, explicarle la estrategia y su conexión con la táctica.
Nunca una Revolución debe dar por sentado el apoyo de la masa, este debe ser evaluado en la mañana y otra vez en la tarde.
¡Chávez es Socialismo!
¡Nóbel para los Cinco!
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