Si una Revolución es verdadera tarde o temprano debe dar su batalla definitiva en el y con el trabajo. Entonces los trabajadores serán los protagonistas principales.
Esta Revolución Bolivariana en su avance ha llegado a esa frontera de su madurez. Ahora la lucha se presenta en el terreno de la propiedad de los medios de producción.
El Gobierno Revolucionario, protegiendo los intereses de las grandes mayorías desposeídas, se encontró frente a una realidad: el capital no admite controles, el capital busca siempre cumplir su naturaleza, crecer aun a costa de las mayores crueldades.
Frente a esta realidad, frente a la voracidad insaciable del capital, el gobierno ha hecho lo que hay que hacer: pasar a Propiedad Social lo que en manos de los antisociales estaba perjudicando a todos.
Es así que se socializan fábricas y se insiste en el intento de control de otros niveles de la economía.
Esto significa que el interés de toda la sociedad choca con el interés de los antisociales, o mejor, ahora se evidencia claramente que esos intereses siempre han sido contrapuestos, y está claro de qué lado está el Gobierno Revolucionario, del lado de los desposeídos, del de la gran mayoría de la sociedad.
Ahora bien, los oligarcas, los burgueses antisociales, cuando ven en peligro su sistema de privilegios groseros y creador de miseria para las grandes mayorías, activan sus mecanismos de defensa. Es así que incitan a los trabajadores a participar en la lucha entre la sociedad y los antisociales, colocándose del lado de sus enemigos naturales, los burgueses y oligarcas.
En complicidad con algunos dirigentes estimulan la voracidad inconciente en la discusión de los contratos colectivos, intentan crear perturbaciones sociales en donde apoyar sus planes de derrocar al Comandante y a la Revolución.
Esperan que la crisis global no sea comprendida por los trabajadores y arremetan contra el Gobierno Revolucionario. Hacen planes contando con el apoyo de los trabajadores, piensan que estos se pondrán del lado de sus verdugos, de los oligarcas burgueses.
El dilema para los trabajadores está claro: se colocan al lado del proceso de Revolución, de la construcción de una sociedad que acabe con la apropiación del trabajo por parte de una minoría, del lado de la liberación de toda la sociedad, del camino de la construcción de un mundo viable y feliz, de la grandeza de cumplir con su papel histórico, o se colocan, por buscar algunas mezquinas migajas materiales, del lado de los expropiadores de la Esperanza, de los oligarcas que se enriquecen a costa del sufrimiento y cosificación del resto de la sociedad.
La batalla está en su sitio, en manos de los trabajadores está la oportunidad de dar un gran impulso a la Revolución, pasar a la historia como un ejemplo para el mundo, reeditar las gloriosas jornadas de la independencia, o ser conocidos como el pueblo que quiso ser libre, construirse humano, pero no contó con el apoyo, la comprensión de sus trabajadores.
¡Socialismo es Humanismo!
¡Chávez es Socialismo!
¡El Nobel para los Cinco!
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