Las clases dominantes mantienen su hegemonía con una perversa combinación de fuerza y manipulación espiritual, esta mezcla se ha perfeccionado durante milenios. Los revolucionarios debemos estudiarla con detenimiento.
La manipulación espiritual teje sobre la humanidad una formidable cárcel, es imperceptible, pero muy eficaz, nos mantiene sometidos a la voluntad del poderoso. Esta prisión coloniza de tal manera el alma del subyugado que lo hace agente y constructor de su propia dominación, de su yugo, artífice de su desgracia.
Hace posible el asombro de que las víctimas elijan, protejan a sus verdugos y al mismo tiempo entierren a sus liberadores.
Pero lo que es más grave, donde el daño es mayor, es la ignorancia de la humanidad cautiva, del momento que vive.
La especie está en peligro de extinción, pero el mundo sigue imperturbable su vida chiquitica, preocupado por tonterías, emocionado por un gol o un jonrón que le anuncia que terminó un juego y que mañana se abrirá de nuevo el circo, para presenciar otro gol y otro jonrón, o una elección de presidente, o de miss universo.
Las organizaciones políticas revolucionarias viven viéndose el ombligo, ganando certámenes que ellas mismas fabrican, actuando como si hubiese tiempo, como si nada importante pasara, aburridas.
Todos prisioneros de la cárcel oligarca, detrás de los barrotes espirituales.
La manipulación espiritual, la cárcel que construye, es sin duda el principal obstáculo para la liberación de la especie. Ha llegado a tal grado de perfección, ha creado tales instrumentos de intervención en el alma colectiva, que su derrota no es posible sin un proceso inmenso de alumbramiento dirigido por el ejemplo y la prédica de una vanguardia de Apóstoles, que develen la realidad, que prefiguren al nuevo mundo.
Que griten que el mundo corre peligro, que los polos se derriten, que los mares se pudren, los bosques desaparecen, el hambre aumenta, que el aire intoxica, el humano es infeliz, que es verdugo del propio hermano, que no nos reconocemos como parte de la vida, actuamos como peste, que por ese camino desapareceremos.
Que exclamen y muestren las pruebas del desastre que es la vida egoísta del capitalismo, demuestren el peligro cierto, derrumben los barrotes espirituales, liberen a los prisioneros de la cárcel oligarca.
Que promuevan el retorno a la vida en sociedad, la rescaten del mercado, indiquen el camino de retorno a los días en que vivíamos dando cada uno según su capacidad y recibiendo de acuerdo a su necesidad.
Prediquen que ese retorno a la senda de la felicidad, de la supervivencia de la vida, se llama Socialismo.
Liberarnos de la cárcel oligarca nunca fue tan urgente, el mundo, la humanidad, requiere una señal de liberación, un ejemplo, una luz. Nosotros, la Revolución Bolivariana, estamos llamados a señalar el camino. Ese es nuestro reto, lo cumpliremos con la pasión de los que se saben destinados para lo grande.
¡Chávez es Socialismo!
¡El Nobel para Los Cinco!
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