Nosotros odiamos a las oligarquías con el odio que pregonaba Martí: la odiamos porque se opone a que instauremos la sociedad del amor, la odiamos porque luchamos contra el odio.
Razón tenía el Ministro Ramírez cuando clamó su odio a las oligarquías: ese odio es el que sale de lo más puro del alma de los guerreros del amor, de los que ponen su vida por la causa de la redención de los humildes, los que emprenden el camino de la construcción del Socialismo sin importar la reacción cruel de las oligarquías, el odio de la clase dominante que llega hasta el atentado físico o la destrucción moral.
Nosotros compartimos el odio del Ministro, porque el odio de los revolucionarios es un odio guiado por profundos sentimientos de amor, por devolver al mundo el amor perdido en las miasmas del capitalismo.
Las oligarquías no cesan en su afán de destruir cualquier manifestación amorosa de vida, su odio es guiado por la necesidad de defender un sistema basado en el egoísmo, en el rencor, en la muerte.
Contra la Revolución Bolivariana se confabulan las oligarquías mundiales, desde la gringa, la colombiana y hasta la europea. Todas son una sola red de explotación e infamia.
El cerco que tienden a la Revolución Bolivariana se cierra cada hora: lo de Honduras es preludio de nuevos y más virulentos ataques.
A la oligarquía colombiana, la cofradía tenebrosa de la rapiña internacional, le asignó el papel de agredirnos: la instalación de bases gringas y los últimos ataques de sus voceros evidencian la intención ofensiva. Es necesario estar alerta y prevenir los peligros.
Debemos, además de afinar la preparación militar que corre por cuenta del Estado, preparar a la población ideológicamente. Veamos.
No se trata de una confrontación contra Colombia. Nosotros somos colombianos, como somos ciudadanos de cualquier país que padezca bajo la bota de una oligarquía explotadora. La confrontación es con la oligarquía internacional, contra su instrumento de agresión, que en este caso es la oligarquía colombiana.
Por lo tanto, llamamos al pueblo colombiano a participar con nosotros en esta lucha. Si la oligarquía colombiana, instrumento vil de las oligarquías mundiales, se atreve contra la esperanza, si intenta truncar una vez más el sueño de Bolívar, si osa atacarnos, entonces la respuesta no debe ser sólo del pueblo y del gobierno venezolano, debe ser del pueblo colombiano y de sus organizaciones, unidos en lucha contra los oligarcas.
Las fronteras no serán las geográficas, esas se borrarán. Las fronteras serán las de clases: nos guiará el odio a las oligarquías y el amor a los humildes.
La confrontación se extenderá a todo el planeta donde exista un corazón que vibre de indignación ante la injusticia, un alma rebelde frente al sistema capitalista que acaba con la vida, allí habrá un frente de esta batalla de la humanidad en contra de sus depredadores.
¡Si se atreven la batalla se extenderá hasta los confines de la oligarquía!
¡Chávez es Socialismo!
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