16.6.09

TRINCHERAS DE IDEAS Y DE PRODUCCIÓN

El Socialismo es un sistema que tiene requerimientos indispensables, económicos, sociales, políticos, ideológicos, culturales, que abarcan a toda la sociedad, que demandan ser hegemónicos, sustituir la hegemonía capitalista.
En una revolución que arriba al poder desde la lucha armada, que derrumba al Estado y a la legalidad capitalista, los requerimientos son problemas de construcción de la nueva hegemonía.
Ahora bien, una Revolución Pacífica, que convive con el capitalismo, debe buscar vías inéditas para construir la nueva hegemonía.
La convivencia con el capitalismo, con sus leyes, con su cultura, es un obstáculo inmenso para la construcción del Socialismo, pero es una realidad de las Revoluciones Pacíficas. Allende sucumbió a esta realidad: el capitalismo arrinconado, viendo sus privilegios cuestionados, pasó a su fase de fascismo, y así resolvió el estancamiento que padecía aquel proceso.
En la Revolución Bolivariana la búsqueda es intensa, hemos acertado en lo principal, en las decisiones que marcaban rumbo, la posibilidad socialista se ha preservado, y hemos ido más lejos que cualquier ensayo similar.
Sin embargo, es imperativo que encontremos el rumbo, que clarifiquemos la teoría, tenemos suficiente experiencia, son variados los intentos prácticos de construcción, es hora de racionalizar esa práctica, de reflexionar sobre ella, de construir nuestra teoría que guíe los pasos futuros. Veamos.
La situación de la Revolución Pacífica es de guerra silenciosa: el Socialismo, enfrentado a un sistema establecido, el capitalismo. De aquí que todos los pasos deben estar enfocados en esta realidad, ser combates de esta gran guerra.
Dos aspectos deben tener nuestras acciones: uno, el principal, entender que es en la conciencia donde se decide la batalla, el otro, igual de importante, que es la economía, la que sustenta la conciencia. Con estos dos pilares podemos guiar las acciones.
Por eso, antes que el aspecto económico de la economía, debemos preguntarnos por su aspecto formador de conciencia: ¿A cuál conciencia sirve? Esa es la pregunta central de la economía revolucionaria.
La mayor arma del capitalismo en esta guerra es su espiritualidad que permanece intacta, pero también su entramado económico, su sistema, que está incólume e intenta ahogar las formaciones que aisladamente forcejean por zafarse de sus leyes.
Las nuevas unidades económicas deben participar en esta lucha inédita, de cuerpo a cuerpo con el capitalismo y el mercado.
Pero la Revolución debe entender que el enfrentamiento es de sistemas, que no se decidirá en unidades económicas aisladas, en esta guerra triunfa quien imponga su sistema. La lucha es profunda y total, no hay, no puede haber convivencia, el capitalismo siempre y en todos los campos intentará agredir a las formaciones socialistas.
De allí que las unidades económicas socialistas deben ser instrumentos de esta gran batalla, sus trabajadores deben estar concientes de su papel en la primera línea de combate, la fábrica debe ser escuela de Socialismo, ejemplo de la nueva relación, y foco de denuncia del capitalismo, en resumen, trinchera de ideas y de producción.
¡Chávez es Socialismo!

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