La discusión es saludable, y más en una Revolución que se enfrenta a dogmas y reformismos con la misma o mayor fuerza con la que se enfrenta al capitalismo globalizado y sus lacayos nacionales.
Ayuda a la discusión decir en qué creemos, ya lo hicimos en anterior grano, y decir también en qué no creemos, lo haremos ahora. Veamos.
No creemos en los ataques a la Unión Soviética, que en realidad son ataques por la banda a la Revolución Cubana y al Socialismo nuestro.
La Revolución de Octubre merece un estudio serio, de allí, de sus errores y de sus grandes aciertos, se deben y pueden obtener útiles enseñanzas para la Revolución hoy.
No es correcto hablar de las crueldades de Stalin sin hablar de la lucha interna feroz que allí se escenificó. No se puede ignorar el pensamiento y la lucha de Trotsky, las polémicas con Rosa Luxemburgo, los intentos rectificatorios de Lenin.
Y sobre todo no se puede hablar de la Unión Soviética, criticar ese proceso, sin hablar, sin estudiar al Che, porque se corre el riesgo de caer en la contrarrevolución, en lugar de fortalecer la opción Revolucionaria.
No se puede ocultar que el Che, años antes de la caída de ese Socialismo, alertó el peligro que corría por su desviación hacia el capitalismo. No se puede obviar la polémica del Che con el sistema económico soviético, con el Manual de Economía de la URSS.
No es honesto criticar el proceso Soviético, sin decir que se derrumba por capitalista y no por Socialista, que lo que le faltó fue más Socialismo.
No creemos en formas de propiedad de los medios de producción distintas a la Propiedad Social administrada por el Estado. Creemos que no hay otra manera de Propiedad Social. Las otras que puedan surgir, proponerse, son formas en el fondo antisociales, y no ayudan a construir Conciencia del Deber Social, fundamento del Socialismo.
Creemos que la economía socialista debe tender hacia la Propiedad Social, que las formas antisociales deben ser toleradas como un mal necesario, nunca presentarse como una formación propia del Socialismo.
No creemos en organizaciones políticas de masas, sin entrelazamiento con organización política de cuadros. Dada las características propias de la Revolución pacífica Bolivariana, tan malo es sólo una organización política de masas, como sólo una organización política de cuadros. La forma organizativa de esta Revolución debe, necesariamente, tener estos dos ingredientes.
No creemos en organización social formada por unidades aisladas, sin construir un tejido nacional que vaya desde las organizaciones capilares, desde los átomos, hasta organismos nacionales. Las organizaciones aísladas son promotoras del egoísmo, por el contrario, el tejido social es soporte para la conciencia de pertenencia a la sociedad, los asuntos de uno son los asuntos de todos.
No creemos en pueblo aislado de la Fuerza Armada, o de los demás pueblos del mundo. No creemos en nacionalismos hipócritas, que en el fondo son base para el fascismo y la entrega al imperio.
¡En Chávez Creemos!
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