29.4.09

PERCEPCIÓN

En política, la correcta percepción es vital. Quien no desarrolle la habilidad de la percepción está irremediablemente condenado a un estruendoso y sorpresivo fracaso.
La falta de percepción es una carencia muy común entre políticos, pero también es una cualidad elevada entre grandes conductores. El líder percibe lo que otros dejan pasar como un dato menor, el líder presagia aguaceros y también cielos limpios, es capaz de ver en el llanto de una viejita el inicio de rebelión, y capta en el aire la necesidad de avanzar, o la urgencia de buscar abrigo.
Antiguamente la percepción era una especie de don que parecía depender de la voluntad de los dioses. Ahora, con el adelanto de la ciencia y el arte de la política, la percepción se puede estudiar, se puede adquirir, perfeccionar.
Las encuestas, los estados de opinión, la labor de la organización nacional, ayudan a la percepción. El contacto del político con la masa tiene ahora muchas vías, televisión, celulares, radio. Todo está muy avanzado, pero nada sustituye a la mente abierta del político, su falta es el mayor riesgo de enturbiar la percepción. Veamos.
El político revolucionario en funciones de gobierno, por las necesidades de su trabajo, debe construir un entorno que sea eficaz, un grupo ejecutivo, que cumple instrucciones, hace lo que hay que hacer para cumplir las órdenes, pasa informes de la misión cumplida. Esto es correcto para la parte administrativa de la labor del funcionario, pero no procede cuando de política se trata. Expliquemos.
Por sus mismas características, el entorno administrativo no es permeable a las malas noticias, las considera un fracaso, las rechaza, no cumplir la meta es una tragedia.
No es así en política, las malas noticias son de alto valor para el análisis, allí están los pilares de la realidad. Entonces, resumimos, el entorno administrativo tiende a empañar la percepción del político funcionario.
Y con la percepción brumosa se tiende a crear ficciones que sustituyen a la realidad, se crean mundos que carecen de comunicación con el mundo de las masas, por ese camino se va al fracaso. De aquí surge la vital necesidad de la mente abierta.
El político revolucionario debe poder captar, y esto es muy importante, no la realidad, sino cómo la masa percibe esa realidad, cómo la valora, eso es lo importante, allí se desarrolla la pugna, la política.
Si la masa percibiera la realidad con la misma racionalidad que la percibe el revolucionario, entonces su comportamiento sería revolucionario, estaría siempre y sin condiciones al lado de la revolución y sus dirigentes.
Entender que la lucha se realiza allí en la percepción dará otra condición a la política revolucionaria, siendo así, no bastarán los cambios, no bastará que el camino sea el correcto, es necesario que la masa lo perciba igual como lo perciben los grandes líderes, que entiendan que los errores son parte del camino, que los aciertos presagian un futuro mejor, que el enemigo oligarca jamás podrá hacer un gobierno mejor que el revolucionario.
¡Chávez es Socialismo!

No hay comentarios.: