Nos aproximamos a una gran batalla, Noviembre será el escenario de esa confrontación, las elecciones regionales son cruciales, de lo que allí pase depende el destino de la patria, del continente y de la humanidad.
A esa batalla debemos ir guiados por el ejemplo del Libertador, tenaz frente a las dificultades, moralizados por el recuerdo de Fabricio, alegre en el combate, imbuidos del espíritu del Paso de Los Andes.
Es necesario, más allá de las peculiaridades regionales, estudiar el paisaje nacional e internacional en que se escenifica la batalla de Noviembre y de ese conocimiento derivar conductas válidas para toda la jornada. Veamos.
El enemigo nos ataca de forma sutil, nos desgasta preparándonos para el zarpazo final. Su agresión, en esta etapa, la focaliza en dos puntos principales:
Uno, minar los valores socialistas, deformarlos, desvirtuarlos. Difunde los valores del egoísmo, en contra de los valores de la solidaridad y del amor. Es así que atacan la política internacional solidaria y pregonan con descaro el egoísmo, intentan crear un pueblo insensible, desintegrado, incapaz de respuestas. Recordemos que sólo el amor integra a una sociedad.
El otro flanco de ataque es la conexión entre el Comandante y su Pueblo, aquí el ataque es más sutil, más difícil de percibir, se trata de mermar la autoridad del Comandante. Esta actitud se ve cuando caricaturizan las acciones internacionales, los acercamientos con países hostiles que tienen como objetivo aliviar las tensiones, neutralizar aliados del imperio.
Y a ese ataque a la conexión Comandante-Pueblo contribuye también el tratamiento que los partidos bolivarianos dan al problema de la unidad. Allí la mezquindad y la soberbia nos debilitan, nos presentamos ante el pueblo como más de lo mismo. Nos sienten como igual a los oligarcas: sentados a la mesa con la calculadora en la mano: “aquí no tengo posibilidades, entonces te apoyo” “allá tengo algo de fuerza, entonces voy sólo”.
El criterio histórico, la suprema razón de defender la Revolución , defender la conexión entre el Comandante y el pueblo se lanza al basurero, se cambia por la mezquina posibilidad de secuestrar una gobernación o una alcaldía.
No vale la pena seguir hablando de eso: la soberbia de un lado y la mezquindad del otro construyen el espectáculo grotesco. Esta es la situación.
¿Qué deben hacer los revolucionarios, qué debemos proponer al pueblo?
Lo primero es hablarle de la realidad: la Revolución , la esperanza, está asediada por enemigos externos e internos, se confabulan, manipulan, avanzan en su afán de yugular a la Revolución y al Comandante. Atravesamos una crisis.
No es la primera que atraviesa la Revolución , en medio de las crisis hemos avanzado, y la condición para superar las crisis y avanzar ha sido siempre jugar cuadro cerrado con el Comandante, todos unidos alrededor de Chávez que es estar con lo que el Comandante decida.
Frente a la crisis se impone la consigna: ¡Con Chávez es con lo que Chávez decida! Por eso los candidatos, son los candidatos de Chávez. ¡Lealtad!
Criticar es Amar
José Martí
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