Toda situación política envía señales que la advierten. Los políticos, y sobre todo los revolucionarios, deben saber leerlas, anticiparlas, conducir al pueblo de acuerdo a los augurios, prepararlo, alertarlo.
Esto es posible porque las nuevas situaciones se engendran en el seno de las viejas circunstancias. El futuro se gesta en el presente.
Una mala lectura de las señales nos hará tomar medidas equivocadas, y así afrontaremos las nuevas situaciones en debilidad. Si nos cegamos frente a las señales, si filtramos las señales negativas y nos enloquecemos con las positivas, estaremos saliendo del trance inmediato, pero cuando se incendie la pradera no estaremos preparados, la sorpresa nos derrotará.
Intentemos detectar las señales que nos envía el futuro, y con ellas construir éxitos. Hay indicaciones claras de que las vanguardias están discutiendo de política grande, hay grupos que intercambian opiniones, los blogs están repletos de angustias, cuestionamientos y opiniones, los periódicos alternativos participan en polémicas políticas. Este ambiente es buena señal.
Las recientes medidas político-económicas levantaron una fuerte discusión, los voceros de las diferentes clases sociales se manifestaron, los trabajadores tomaron diversas posiciones, hablaron los clasistas y los oportunistas.
Las otras clases tuvieron sus voceros, los empresarios se dividieron, como siempre, de acuerdo a sus intereses, los comerciantes manifestaron desagrado, los beneficiarios regocijo.
Los argumentos abundaron, desde las definiciones de Socialismo más ambiguas hasta precisiones más estrictas. La política salió de la estulticia electoral y entró en el terreno de la lucha de clases. Esto también es buena señal.
Por otra parte aparecen, cada vez con más frecuencia, pequeños conflictos: se cierran calles, se queman cauchos, por horas se trancan importantes vías, los reclamos aumentan. Esa es una señal preocupante y debe alertar a la Revolución, merece un estudio y tomar medidas.
Es un error despachar estas señales diciendo que son parte de un plan desestabilizador, que la oposición prepara un “julio perverso”, o algo por el estilo. Esa apreciación de las señales no nos ayuda a corregir, y por tanto nos conduce al fracaso. Ignorar no es resolver.
Esas señales que cada día aumentan, cada vez se hacen más fuertes, nos indican que hay problemas en la Revolución. Veamos.
Problemas organizativos políticos: los partidos de la Revolución no aparecen haciendo frente a esos pequeños conflictos, lo que nos indica que están sumergidos en sus propios y mezquinos problemitas electorales, desligados de los problemas del pueblo.
Problemas en la organización social: los consejos comunales no son canales efectivos para responder a los asuntos que dan origen a los conflictos.
Problemas en la conciencia de la población: se antepone lo local a cualquier otra consideración social.
Problemas en la formación política: ante cualquier dificultad, y cada vez con mayor frecuencia, el pueblo cae en los infames brazos de las televisoras enemigas, acude a ellas en una especie de castigo, esto es una malísima señal. Pero, peor es que a altos dirigentes de los partidos de la Revolución también los seducen las mieles de globovisión.
Las señales están allí.
Criticar es Amar
José Martí
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