Este pueblo es privilegiado: mientras la humanidad dormita envuelta en los vapores rancios de la conformidad y la distracción mezquina, mientras espera por su extinción, nosotros fuimos convocados para lo grande, para lo hermoso, para erguirnos humanos, para cumplir las tareas de la redención, para mostrar otro rumbo diferente al camino del infierno que nos marca el capitalismo. Para construir el Socialismo.
El encargo es definitivo, vital: o nosotros señalamos el camino de redención o la humanidad perece. El planeta tiene sus ojos y su corazón puestos en nuestros pasos, siente que aquí se está decidiendo su destino.
Somos antiimperialistas, anticapitalistas, socialistas, y esa es una herejía que suscita enemigos poderosos y variados, instalados en la realidad que nos rodea, pero también dentro de nosotros mismos. Estamos en el medio de una batalla donde el enemigo no pide ni da cuartel, usa todas sus armas para aplastar al ejemplo que somos.
Hemos vencido muchas ofensivas enemigas, en el camino nos depuramos. Atrás quedó la restauración clásica, miquelena ya es historia, los golpistas y la meritocracia fueron experiencias aleccionadoras. Pero, el enemigo no descansará hasta aplastar la Esperanza Socialista y ahora arremete con su arma más poderosa: el reformismo agazapado.
Este es nuestro principal enemigo y debemos estudiarlo para poder derrotarlo. El reformismo actúa desde la Revolución , tiene varios objetivos en su campaña perversa:
Uno, separar al pueblo de sus metas elevadas, reducir sus objetivos a lo más inmediato, a lo cotidiano, a lo intrascendente. Intentar convertirlo en un estomago con patas incapaz de otro pensamiento que no sea la satisfacción de lo primitivo, incapaz de soñar otro Paso de Los Andes, o en otro Ayacucho.
Dos, separar al pueblo de sus lideres trascendentes, trocarlos por los cretinos que se consumen disputando metas ínfimas, personales, desconectadas del gran reto histórico.
Tres, saben que con un pueblo disminuido, disgregado, guiado hacia metas enanas, pueden restaurar con facilidad el capitalismo.
Hoy estamos viviendo una ofensiva reformista, similar a abril, a diciembre, pero por otros medios.
Lo que pasó el miércoles 11 de junio fue la culminación de una operación de restauración muy bien montada. Caímos en la trampa. Nos distrajeron y distraen con las elecciones regionales, paralizamos la política grande, el estudio, la alerta ideológica, mientras ellos preparaban la ofensiva que culminó con el llamado a la “alianza estratégica” entre empresarios y Socialismo, desatino histórico que no tiene otra meta que el degüello del Comandante, del Socialismo, de la Humanidad.
¿Qué hacer?
Primero. Hoy es más necesario que nunca estar al lado del Comandante. Juntos, Pueblo y Comandante, como en el pasado, venceremos esta nueva ofensiva oligarca.
Segundo. Definir y fortalecer la ideología revolucionaria, desechar las ambigüedades ideológicas, el Socialismo sólo se construye con Ideología Socialista. Sobre nuestra debilidad ideológica afincan sus zarpazos.
Tercero, y por sobre todo, restablecer la confianza en el camino socialista, restañar las heridas que en la Conciencia del Deber Social ha causado los coqueteos con la oligarquía capitalista.
¡Horror a las oligarquías!
¡Los empresarios son los sepultureros del Socialismo!
¡Chávez es Esperanza Socialista!
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