25.5.07

¿ES POSIBLE UN SISTEMA HÍBRIDO: CAPITAL-SOCIALISTA?

El sistema capitalista es la fase superior y más refinada de una serie de sistemas que se inician en lo profundo de la historia y llegan hasta nuestros días. Todos caracterizados por la apropiación del trabajo social por parte de sólo una fracción de la sociedad, todos sistemas explotadores, donde el hombre es lobo del hombre.
Esto significa que la humanidad tiene miles de años sumergida en una materialidad de explotación y en una espiritualidad que la justifica, la reproduce y la perpetúa.
De allí que la tarea revolucionaria es colosal, se trata de fracturar, de superar milenios de costumbre a la sumisión y a la dominación. Esta Revolución no es simplemente contra un sistema de explotación para imponer otro sistema de explotación, que eso fueron todas las revoluciones anteriores, esta Revolución es para superar todo el período de sistemas de apropiación de trabajo ajeno, e instaurar un sistema donde la sociedad vuelva a ser dueña de su trabajo, donde la sociedad se integre, dejando atrás al egoísmo que nos ha esculpido. O dicho en palabras clásicas: se trata de superar la prehistoria de la humanidad y entrar en la verdadera historia humana.
Es evidente que la tarea revolucionaria es fundamentalmente una tarea de transformación espiritual: la sustitución de la espiritualidad de la sumisión y la dominación, por la espiritualidad de la liberación, de la realización humana.
Ahora bien, las formas materiales capitalistas, las de la propiedad antisocial son fundamento de la espiritualidad de la explotación. Con estas formas de propiedad antisocial se entrelaza la psiquis, la cultura, la conducta de la dominación y de la sumisión. Esta espiritualidad, actúa desde el inconciente determinando las decisiones, pequeñas y grandes, desde el color de una baldosa, hasta la inversión cuantiosa, así se reproducen las formas materiales capitalistas.
Además, nos hace creer que este sistema de sumisión y dominación es inmanente al hombre, que siempre ha existido y siempre existirá, que no hay cambios en la historia.
Que todos somos iguales, que son los mismos intereses los de Cisneros, que los de un chofer, o el que barre la calle. Hacernos creer que las divisiones de clases en la sociedad no producen malestares sociales.
Que los problemas sociales: el hambre, el desempleo, la inseguridad, la corrupción, no tienen nada que ver con la forma como la sociedad está dividida en clases: unos que se apropian de todo, y otros que son despojados de todo.
Se comprende entonces, que una Revolución tiene que ser un combate frontal contra la espiritualidad capitalista, so pena de ser tragada por milenios de costumbres. Y eso no es posible si se propone como sistema, un híbrido capital-socialista.
Una Revolución en convivencia pacífica con el capitalismo, estará en franca desventaja: inerme frente a la espiritualidad capitalista, debilitada en el combate ideológico, confundida en las ideas, medias tintas en la construcción de la economía. Esa debilidad será su aniquilación.
¡Sin Chávez no hay Socialismo, y sin Socialismo no hay Chávez!

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