Cuando el navío de
Vivimos momentos definitorios, tenemos un compromiso histórico con la memoria de los revolucionarios, civiles y militares, negros y blancos, mujeres y hombres, revolucionarios siempre, que regaron sus huesos y su sangre por los suelos de
El compromiso con nuestro pasado heroico nos obliga a empinarnos, a subirnos a los hombros de Bolívar, de los próceres, de Zamora, Fabricio, Argimiro, y los miles de luchadores anónimos, nos obliga a avanzar, avanzar por sobre nuestras miserias.
Las condiciones están dadas para construir el sueño: tenemos un líder unido al Pueblo por lazos de amor, condición indispensable para el avance revolucionario. Poseemos la riqueza para fundar zonas donde se produzca y distribuya para la sociedad. Hay un Pueblo que espera el llamado para emprender el camino. Existe la teoría y la experiencia de años y de Pueblos luchando por concretar la esperanza.
Es necesario construir lo que la historia reclama, no hay lugar para la calma, es necesario ir al Socialismo con decisión.
Frente a la gran tarea de construir el Socialismo, toda queja es pequeña, el reparo es mezquino, la distracción criminal. Nada debe estar por sobre la construcción del Socialismo.
Hoy es necesario sumar esfuerzos, pero también desechar impedimenta. Todos los revolucionarios debemos unirnos alrededor de estos puntos:
El liderazgo del Comandante y la construcción del Socialismo.
No hay justificación para la desunión, todos los que comulgan con estos dos puntos, deben, a pesar de otras divergencias, ir al propósito unitario al que nos convoca el Comandante. Discutiendo y arriando los bueyes, en una mano la pluma de la polémica, y en la otra la pala de la construcción del Socialismo.
¡Sin el Comandante, no hay Socialismo!
¡Sin propiedad social y conciencia social, no hay Socialismo!
¡Sin organización unida de los socialistas, no hay Socialismo!
¡Sin Socialismo no hay esperanzas
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