11.1.07

LOS LÍMITES DEL FUEGO

Las sociedades tienden a permanecer, conservarse, convivir. Las fuerzas que se oponen al cambio medran en los abismos del alma. Frente a ellas, las fuerzas y las ideas que impulsan a avanzar son meninas tenues en el firmamento de la imaginación, que esperan por Pueblos para transformarse en huracán constructor.

Si la condición de quietud, de miedo, prevalece, entonces, el hombre insiste en la fosa, atrapado por lo cotidiano que le impide soñar y construir.

Es así, la cultura hegemónica inculca la quietud, el viento suave, y desprestigia al huracán transformador. La Revolución es un milagro hecho por hombres del futuro, capaces de vencerse a sí mismos. No es labor de pusilánimes, esclavos inconcientes encadenados en miedos ancestrales.

En estos tiempos de Revolución Bolivariana, de posibilidades ciertas de salto del capitalismo al Socialismo, que es la Revolución más profunda que la humanidad ha emprendido en toda su historia, las anclas se tensan al máximo para impedir el avance, aparecen las mil y una excusas, las más variadas evasivas, toda suerte de disuasiones, todo para permanecer y para justificar ese permanecer.

Una de las principales tesis castradoras del cambio, es la posibilidad de hacer un trato con el capitalismo, y mantenerlo atado dentro de los límites de nuestra voluntad. De esta manera se planifican mundos como si de una receta de cocina se tratara: tanto de capitalismo, dos pizcas de Socialismo, dos cucharadas de empresas mixtas, tres terroncitos de cooperativas, medio kilo de nacionalización, un poquito de trueque, gotas de cogestión al gusto, bátase y llévese al horno. Y a los diez años estaremos en el Socialismo. ¡Que ilusos!

Se olvidan, los que así pretenden armonizar su rechazo al sistema capitalista con sus miedos al cambio, que el sistema capitalista tiene vida, se reproduce, coloniza mentes, tienta voluntades, se expande, acumula, desarrolla tentáculos que penetran las entrañas de la economía y de la mente, reclama nutrientes, en fin, el capitalismo es como el fuego que no reconoce más límites que su extinción.

Los sistemas híbridos, como el de la Unión Soviética, siempre han conducido a la hegemonía del capitalismo.

La lucha revolucionaria es por el avance de las formas socialistas y la extinción de las formas capitalistas, en algún momento pueden coexistir pero la tendencia es a extinguir el fuego capitalista, nunca a estimularlo pretendiendo convivir con él ilusionados con la ficción de poder mantenerlo bajo el control de nuestra voluntad.

No es camino revolucionario estimular formas capitalistas y el propiciar economías híbridas, que al final serán como cuervos que se comerán los avances socialistas, y los ojos de los ilusos.

¡Construyamos el Socialismo, no hay excusas!

¡Rodilla en tierra con Chávez y el Socialismo!

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