22.6.06

FABRICIO, EL ABEL DEL REFORMISMO

Fabricio resume en su vida una etapa muy cruel, pero también llena de enseñanzas de la historia venezolana. Se inicia esta etapa con el acuerdo que construye a la Junta Patriótica, encargada de conducir la lucha popular contra el dictador Marcos Pérez Jiménez.
Desde esta Junta, un grupo de valientes y sagaces políticos lanzan la consigna de ¡Unidad!, con la que pudieron aglutinar todo el descontento, a todas las clases, todos los intereses que se oponían a la dictadura. Dirigiendo la batalla (se supo después del triunfo) se encontraba un joven revolucionario, periodista, hijo de Boconó, que el pueblo transformó en leyenda. Aquella junta, aquel Fabricio, fue una muestra de alta política, de un gran sentido de oportunidad, una muestra de un aguzado olfato, de extraordinaria valentía. Pero, también fue una muestra de tremenda candidez.
Después de derrocada la dictadura, no supieron los revolucionarios de la Junta Patriótica, cambiar la consigna de Unidad por una consigna que guiara las tareas de la nueva etapa, cayendo en las manos astutas de la coalición socialdemócrata que había firmado un pacto reformista en New York, luego llamado Pacto de Punto Fijo. Esta falla de los dirigentes revolucionarios, marcó la entrada de la nación en una noche tenebrosa que duró casi cincuenta años.
Es en esas circunstancias, que Fabricio Ojeda se crece como revolucionario. Las lisonjas de la oligarquía no pudieron aplacar su sed de justicia. Así como se rebeló contra la dictadura, se rebela con la misma fuerza contra la nueva oligarquía de AD, COPEI y URD, que sustituyó a la oligarquía perezjimenista. En esa lucha frontal contra la vileza, renuncia al curul de los privilegios, para dirigirse a la “miasma del campamento guerrillero” a convivir con la muerte, escribiendo en la historia venezolana una página de entrega revolucionaria, no igualada hasta ahora.
Pudo el reformismo apresar al glorioso Presidente de la Junta Patriótica, consiguen encarcelar al Comandante Fabricio, y sobre él vuelcan el mismo odio que sufrió Abel, que padeció Sucre, que tienen reservado los enemigos de la dignidad humana para los luchadores por la redención del hombre. Se cerraba así el ciclo de esperanza que se inició en las jornadas heroicas del 23 de Enero.
Casi cincuenta años tuvo que esperar el pueblo por un nuevo despertar. El amanecer del cuatro de febrero de 1992, un martes, el país asistía asombrado a la hazaña de un grupo de jóvenes militares que se levantaban contra el pacto de punto fijo y lo enterraban. Se abría un nuevo período de esperanza, comenzaba la Revolución Bolivariana.
Hoy podemos decir: ¡Fabricio, tus sueños viven con la Revolución Bolivariana! ¡Esta vez no habrá Abel! ¡No habrá Caín de restauración! ¡Esta vez triunfaremos!
¡Sólo el Socialismo salva al pueblo!
¡Chávez es Socialismo!

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