El avance que
requerimos, el salto que la realidad exige a la Revolución, traerá beneficios
nunca vistos, pero también muchos peligros. Se trata de parir el mundo que se
venía gestando estos años. Ahora nos disponemos a establecer el nuevo paisaje
social, político y económico que la transición al Socialismo demanda.
El principal
cambio es establecer definitivamente las nuevas relaciones humanas, hacerlas
paradigma de la Revolución. El egoísmo y los valores que lo sustentan deben
ser execrados de la sociedad. La organización social, política, económica, debe
tener como objetivo central las nuevas relaciones fraternas, amorosas. Este es
el sentido último del Socialismo. Que nadie se apropie del trabajo y la riqueza
que pertenece a toda la sociedad, que todos vivan según el precepto de "todos
por el bien de todos". Que los símbolos prestigiados socialmente sean
los valores de la superación intelectual, de la fraternidad, de la entrega al
bien social.
Este cambio
significa la derrota de la moral del egoísmo, del avispado, del "cuánto
hay pa´eso", de la estafa, del fraude, característicos de la ética
capitalista edificada sobre el gran robo que es la apropiación del trabajo
social por una élite. Esta se rige, necesariamente y por encima de cualquier
otra consideración, por el axioma: "si da lucro es bueno, es ético".
Significa un
cambio en la manera de vivir, en la visión del mundo y de nosotros mismos.
Requiere de los dirigentes un gran coraje, valentía y un gran desenfreno para
romper con siglos de costumbres, de los dominados y de los dominantes. Será
como un parto difícil pero necesario. Los guardianes de lo viejo, los monstruos
que custodian al capitalismo, tienen mil formas de obstaculizar el cambio, de
aprovecharse de la delicada transición para dar sus zarpazos. Serán días
esplendorosos pero de gran peligro.
La habilidad, la
inteligencia de la Revolución para plantear el cambio, para llevar a la
sociedad la necesidad de hacerlo, de transmitirle esa pasión, será la medida de
su verdadero carácter revolucionario.
Durante todos
estos años, desde siempre, todo lo que hemos hecho como nación, todas las
luchas, fueron para llegar a este momento definitorio. Sabremos de qué estamos
hechos, si estamos convocados para lo grande, para fundar mundos, si somos
herederos de los Libertadores o, si por el contrario somos hombrecillos
atrapados en la comodidad de lo conocido, haciendo nada, sin ensayar nada que
ponga en peligro nuestras vidas mediocres, si nos conformaremos con hacer un
buen gobierno… socialdemócrata o pasaremos a la historia como los que se
atrevieron a tomar el cielo por asalto y lo consiguieron, como los que araron
en el mar, sembraron esperanzas y cosecharon felicidad y justicia inédita para
la sociedad.
Debemos sentirnos
orgullosos, privilegiados por la historia, estamos siendo convocados para tarea
sublime, pocos pueblos tienen la oportunidad de fundar, de ser ejemplo para el
mundo, de elevarse a escalones superiores, de señalar el camino a la tierra
prometida, de superar al becerro de oro.
¡Con
Chávez es con Maduro!
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