La historia, esa extraña creación del humano, es
caprichosa, a veces se mueve en los aviones que bombardearon a Hiroshima, o en
la inteligencia del discurso de Angostura, otras veces camina en el borrico que
llevó a Jesús a Jerusalén. Los hechos históricos son difíciles de detectar en
su momento, podemos sospecharlos, olerlos en el aire convulso o en la calma
tenebrosa del ojo del huracán.
Lo que sí se
puede detectar con alto nivel de precisión son los tiempos históricos, los que
exigen cambios profundos, cuando no es posible la continuidad, cuando la
turbulencia y las tensiones sociales ya no pueden ser contenidas en la lógica
establecida, cuando todo debe estallar.
Sin dudas vivimos
uno de esos tiempos, el mundo se convulsiona encorsetado en un sistema que hace
agua por todos lados: Europa se suicida desconcertada, Estados Unidos, su
gobierno, presagia crisis inmensa que ya no pueden detener más. La naturaleza
cruje, la humanidad sorda no oye las señales de alarma.
Sin duda son
tiempos de cambios. La incertidumbre es si el humano conseguirá avanzar, ir
hacia el Socialismo, la solución positiva de la crisis, o si retrocederá a la
barbarie, la solución negativa de las tensiones de hoy. No sabemos si la
humanidad podrá organizarse en fraternidad, o si las facciones de explotadores
escogerán el camino de la represión para mantener sus privilegios por un tiempo
más. La solución dependerá de la acertada acción revolucionaria.
En estos tiempos
las acciones revolucionarias asombran, chocan con la costumbre, fracturan la
tranquilidad, son como corrientazos, latigazos, son muchas veces
incomprendidas, pero necesarias. No puede haber Revolución ni avance sin romper
la tranquilidad de las aguas de la dominación. La Revolución es mar picado,
turbulento, nunca calma chicha, precisa de alto coraje.
El mundo está
atento a lo que aquí pase, somos una esperanza, los pueblos del mundo esperan
que demos "los pasos del borrico", ese es nuestro compromiso: ir al
encuentro del futuro, transformar, demostrar al planeta que es posible. Si los
líderes vacilan en tomar las acciones revolucionarias, si la iniciativa política
se la dejan a los heraldos del pasado, entonces se produce un vacío y la
sociedad, irremediablemente, cae en los abismos del pasado, retrocede.
Es necesario que
en la situación que hoy confronta la Revolución retomemos la iniciativa
política, digamos al mundo que somos blanco de una agresión de Quinta
Generación que comenzó con la inoculación de un cáncer en nuestro líder, el
Comandante.
Es momento de
hacer política, esto es, desenmascarar el plan oligarca, explicar que la
enfermedad de Chávez fue inducida, y decir que los que exigen hoy su
aparecimiento son los mismos que le inocularon cáncer.
Debemos sacar a
la Revolución de las capillas y llevarla a la calle, con argumentos, con visión
de futuro, con razones sagradas y objetivos claros. Chávez merece oración y
también acciones revolucionarias, el mejor homenaje que se le
puede hacer es defender su obra, que no se detenga y evolucione a estadios
superiores.
¡Con
Chávez siempre!
1 comentario:
esa y ningun otra la via a seguir, VACILAR ES PERDER TODAS LAS ESPERANZAS PARA ESTA HUMANIDAD
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