4.5.12

DOS FLANCOS PELIGROSOS (Viernes 04-05-2012)


El socialismo es atacado en dos flancos, los dos tienen el mismo origen ideológico, el mismo fin: derrotar al Socialismo, aunque lo intenten por diversas vías. Unos, los de afuera, por la vía violenta, el combate frontal. Los otros, los de adentro, por la distracción, el extravío, minar las bases teóricas del cambio.
La respuesta a los dos ataques es, en esencia, la misma: organizar a la sociedad y al partido, afinar la ideología revolucionaria, intensificar la batalla de ideas.
Ahora bien, surgen preguntas: ¿Cómo es la organización revolucionaria, la organización socialista? ¿Cuál es su finalidad? ¿Cuáles sus características?
Las respuestas están ligadas a la ideología. Un antisocialista dará mil vueltas a la propuesta organizativa para, al final, quedar en una entelequia de organización que, a lo sumo, será un aparato electoral, actuará en los comicios y después, como por arte de magia, desaparecerá. Es que a esta ideología le aterra la verdadera organización, prefieren el espontaneísmo de lo individual
Los revolucionarios consideran a la organización como el cimiento de la Revolución, ella prefigura la relación socialista, es una fuerza del futuro que actúa en el presente, forma al hombre nuevo del futuro en el presente, es capaz de violentar las condiciones objetivas, el espíritu es su motor.
Sólo una sociedad organizada, que deje de ser “una multitud” y tome conciencia de sí misma, puede construir socialismo, podrá rescatar el poder hasta ahora en manos de una clase explotadora, y construir el verdadero poder social, el socialismo. Sólo una sociedad organizada en un tejido que vaya de lo nacional a lo capilar, a la base, con un partido en la vanguardia, será socialista. O mejor, el socialismo es, en definitiva, una sociedad que se encontró a sí misma, que se integró en la organización.
En contraste, una sociedad fragmentada, o parcialmente organizada únicamente en lo local, en el mejor de los casos podrá decidir sobre su entorno. Desligada de lo social, estimula el egoísmo y todas sus lacras, construye conciencias antisocialistas, apoyo para el capitalismo.
Sólo la sociedad organizada nacionalmente será verdadera sociedad, podrá entender las difíciles tareas de la construcción y la defensa del socialismo, ella blinda a sus miembros contra las tentaciones capitalistas y la vigilancia revolucionaria los ayuda a mejorar, a elevarse como seres humanos.
Ese tejido nacional podrá hacer los requiebros tácticos que la estrategia plantea, tendrá la agilidad de captar los cambios de situación, podrá dar batalla en variados campos y será un bastión de la nueva cultura, de los valores fraternos, amorosos, entrelazados con una economía también fraterna, sin explotadores, sin apropiadores de la riqueza social.
La medida de la eficacia en la construcción de la organización no está en las estadísticas, ni en los recursos mediáticos, reside en la capacidad de respuesta a los ataques enemigos, y en la capacidad de contribuir a crear las nuevas relaciones de fraternidad en su entorno y en la nación.
¡Con Chávez fundaremos el amor!

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