Es difícil evitar el carnaval electoral. Cuando todo se tiñe de elecciones, es imprescindible ver más allá de la bruma. En esos momentos reina el sarcasmo barato, la ironía, el juego verbal, todo en la superficialidad de una guerra de colores, como si de un deporte se tratara. Los bolivarianos debemos intentar superar las apariencias, ir más profundo en nuestro análisis de la realidad.
En las elecciones se expresan, a veces con sutileza y siempre enmascaradas por la baratija política, las fuerzas que verdaderamente actúan en las entrañas de la vida social.
En la contienda de octubre se siente el tufo de la bestia, el fascismo asoma sus colmillos, augura terror. Nunca antes había estado tan claro el peligro fascista, nunca antes se había presentado en el escenario político con semejante desfachatez.
Más allá de la anécdota debemos hacernos importantísimas preguntas ¿Por qué aparece ahora? ¿Cuál es su origen? ¿Dónde medra? ¿Cómo combatirlo? ¿Cómo impedir su avance? ¿Cómo derrotarlo?
Se aprecia que el mundo capitalista, sumergido en una crisis global que ahora se expresa en lo financiero, apela a la fuerza para mantenerse y derivar la crisis hacia los más débiles. La dominación capitalista toma la forma de regímenes de fuerza. Alguna vez Chávez dijo que el fascismo era la fase superior del imperialismo… podríamos añadirle que es la forma superior del imperialismo en crisis.
Es así, en Europa germinan los gobiernos de derecha, los gobiernos pusilánimes, ambiguos, ceden su espacio a gobiernos terribles, los pueblos son llevados como corderos hacia los regímenes que prometen látigo para evitar las penurias y fabrican culpables donde depositar odios y frustraciones. Allá en Europa son los inmigrantes, los musulmanes, los sudacas, antes en pasadas crisis lo fueron los judíos, los comunistas, hitler consiguió movilizar a las masas contra ellos…
La manipulación que sufre el pueblo gringo merecerá estudio de psiquiatras y sociólogos. El miedo conduce a los gringos al fanatismo, base del fascismo: el candidato del fanatismo despunta con fuerza en las primarias gringas, mientras obama el pusilánime, cae en las encuestas bajo la acusación de socialista.
En Venezuela aparece la corriente fascista con diferentes expresiones. Leopoldo es el más evidente, pero abreva en el mismo pozo que capriles, arria y maría oligarca.
Esta corriente fascista no es despreciable, no se debe juzgar por su pobreza en las encuestas, ellos no se amarran a lo electoral. Recordemos que la corriente fascista no tiene más límites que sus odios patológicos.
Sus intentos de “colombianizar” nuestra política no son fortuitos, obedecen a un plan dirigido por el imperio con la cooperación de la oligarquía colombiana, siempre dirigida por santos y uribe, que se cambiaron los papeles, pero siguen la misma política de un policía bueno y uno malo, y siempre la misma estrategia de odio santanderiano a la Revolución.
El proyecto del imperio no es ganar las elecciones, para eso no necesitarían paramilitares, se trata de la preparación de un zarpazo violento con ayuda de paramilitares primero y luego de otras fuerzas.
¡Sólo con Chávez habrá Paz!
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