14.7.11

EL HUECO DE EL NACIONAL (Jueves 14-07-2011)

La calidad de la prensa escrita dice mucho de la cultura de un país, los periódicos son un buen muestrario de las inquietudes intelectuales de una sociedad. Está claro que los medios audiovisuales de difusión han cambiado este panorama: la televisión, las redes, llamadas sociales, tienen un impacto en la efervescencia intelectual de la población.

Quizá el Twitter y el Facebook trivializaron la comunicación, y la televisión instauró la simpleza de una ética del consumo y la fragmentación. Es posible, pero hoy nos queremos referir a la prensa escrita y concretamente a El Nacional de Caracas. Veamos.

Este periódico fue en la época de Miguel Otero Silva, un emblema cultural de Venezuela y del continente. Allí colaboraron desde Neruda hasta Ernesto Cardenal, pasando por García Márquez, Alejo Carpentier, Manuel Cabieses, Fabricio Ojeda… Esa era la calidad del pensamiento que se ofrecía a la población.

Los columnistas no eran menos: Aquiles, Aníbal Nazoa, Sanín, Abelardo, Kotepa, Escovar Salom, Ludovico Silva, Uslar Pietri, desde uno y otro bando daban brillo a las páginas de El Nacional.

Miguel Otero era el director de esa sinfónica de grandes maestros. El Nacional tenía y confería prestigio. Fueron muchos los niños que en sus páginas aprendimos a leer, y muchos los periodistas que allí se formaron. Era una escuela, dictaba cátedra.

Hoy vemos con tristeza en lo que se ha convertido El Nacional, más allá de la posición política vergonzosa, al lado de lo más oscuro del continente, El Nacional de ahora es un refugio de mediocridad. Veamos.

En la Valle-Coche se abrió un hueco de inmensas proporciones, el Ministerio de Transporte tomó rápidamente las diligencias, y el problema se soluciona en un tiempo asombroso por lo corto. Pues bien, El Nacional ataca al Ministro Garcés en un editorial infame, muestra de la mediocridad que campea en ese diario.

El Nacional desarrolla el periodismo más ramplón, anda por allí buscando adversidades y sobre ellas monta deformación y mentiras. El editorialista escribe:

“Ya que el ministro Garcés hace gala de sus posgrados en Francia, bien debería aplicar algunos de los conocimientos adquiridos en el exterior durante la cuarta república para darle solución a lo que puede convertirse en una serie de estallidos de tuberías en las principales avenidas y calles de Caracas.”

Periodismo rastrero, crea terror en la población, anuncia estallidos en las calles de Caracas, se burla del estudio y del esfuerzo del Ministro y, finalmente, lo llaman embustero porque no vaticinó la solución del problema con aproximación de minutos.

Este descenso del Nacional hasta niveles de albañal significa un reto para la Revolución. Ahora ésta debe elevar cada vez más la calidad de sus instrumentos de comunicación, de cultura. La lectura, la escritura, deben alentarse, el pensamiento debe prestigiarse, los argumentos deben primarse. Sólo con altos niveles de inteligencia y cultura podremos derrotar los intentos oligarcas de convertirnos en meras máquinas de consumo, en excluidos de la sabiduría universal, en cretinos.

¡Sin Socialismo no hay Chávez y sin Chávez no hay Socialismo!

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