12.7.11

DIFERENCIARSE O PERECER (Martes 12-07-2011)

Llegó el torbellino electoral y con él un aluvión de promesas, de consignas, el paisaje político se revuelca en afeites. Todos ofertan villas y castillos, los discursos tienden a parecerse, las diferencias quedan enterradas bajo tanta verbosidad.

Este ambiente era adecuado a las elecciones de la cuarta, cuando la pugna se escenificaba entre partidos y candidatos burgueses, a ellos les funcionaba bien, se trataba de una batalla entre iguales, el sistema no estaba en peligro. Ganaría el que contratara a la mejor agencia de publicidad.

Hoy las elecciones, aún burguesas, tienen otro contenido, se trata de una fase de la confrontación de dos sistemas: el Socialismo enfrentado en combate de vida o muerte con el capitalis­mo. Esta condición le confiere características especiales a las elecciones, ahora diferenciarse es indispensable, no hacerlo es perecer. Veamos.

Si caemos en la celada oligarca, de que somos iguales, solamente dos propuestas distintas de hacer lo mismo, entonces nuestro planteamiento pierde la pasión de las grandes tareas, de las razones sagradas, se trataría de dos opciones cuya escogencia no define nada importante. En resumen, una elección más de punto fijo.

Si no hay enemigos, si la Constitución, antes derogada, ahora es apoyada por todos, si se mantendrán las misiones, si los llamados a la convivencia son cotidianos, si todos quieren el bien del pueblo, darle casas, mejorar los hospitales, buena alimentación, educación, construir la patria grande etc, entonces ¿dónde está la necesidad, el sentido de una lucha? Sería un torneo entre parientes de la misma calaña, sería volver a la IV remozada, esa será la paz y la abundancia.

La propuesta que nos iguala es una trampa para yugular a la Revolución. Cuando del lado de allá dicen que pueden desarrollar sus planes dentro de la Constitución, y cuando del lado de acá nos proponen un discurso conciliador que no va a los cambios estructurales, que se diferencia sólo en la cantidad, entonces, nos igualamos al enemigo, en el centro nos encontramos todos. Así el Socialismo se desdibuja y condenamos a la Revolución a perecer en la maraña de unas elecciones que, enfrentadas así, necesariamente nos debilitarán.

La Revolución debe prometer grandes cambios, metas sagradas, queridas y esperadas por la población desde hace siglos, pero debe también, y esto es vital, decir cómo conseguirá esos cambios, y por qué hasta ahora el capitalismo ha obstaculizado su concreción. Sólo así nos diferenciaremos, seremos una verdadera alternativa, tendremos fuerza para enfrentar al oligarca en las elecciones y más allá.

Debemos pregonar que el capitalismo, nacional y extranjero, es el enemigo de los pueblos del mundo, que no puede haber buen vivir, ni bienestar, dentro del capitalismo, por eso las promesas de la oposición son vanas. Y sobre todo explicar que Socialismo no es un slogan, son cambios profundos en las relaciones de propiedad de los medios de producción y de conciencia de la Sociedad, única manera de conseguir la verdadera felicidad de los pueblos y la existencia de la especie.

¡Con Chávez más resteaos que nunca!

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