Difícilmente se encuentra en la historia un pueblo sobre el que haya recaído la responsabilidad inmensa que hoy reposa sobre los venezolanos.
Ya es conocida la crisis que afecta al planeta, en todos los ámbitos surgen los síntomas del desajuste: la ecología, el clima, la economía, migraciones, escasez de alimentos y agua. Sabemos de donde surge el desajuste, del capitalismo, y ya conocemos la solución, el Socialismo.
La posibilidad socialista mundial, vale decir, la salvación de la humanidad, depende del rumbo de la Revolución Bolivariana. Si fallamos, el mundo girará definitivamente a la derecha, a la conservación del sistema suicida. Si nosotros profundizamos la Revolución, concretamos el Socialismo, le damos solidez, entonces los desarrollos socialistas florecerán, los débiles se fortalecerán, los fuertes se sentirán acompañados y tendrán renovados bríos, surgirán nuevas esperanzas.
Ese es el reto, en nuestras manos está la salvación. La pregunta es: ¿qué debemos hacer?
Lo primero es aceptar, más allá de las palabras, la existencia de la crisis, y entender que se materializa frente a nosotros, enfrentar esos problemas como elementos de una situación más general, relacionarlos. Veamos.
A los problemas del Metro de Caracas, del déficit habitacional, la inseguridad, la situación de El Rodeo, los damnificados, el malestar de los refugios, la basura, las carencias eléctricas, las inundaciones, las sequías, la escasez de alimentos, etc., podríamos intentar darles respuestas parciales.
En el Metro, trabajar duro, quizá hacer otras líneas. Podríamos trasladar a los presos de aquí para allá. Hacer más refugios. Atapuzar más a las ciudades. Comprar alimento en el extranjero, esos serían atenuantes, los problemas surgirán más adelante con más fuerza, y continuaremos corriendo tras una realidad trastocada que es imposible resolver de manera parcial.
No podemos caer en la lógica de los dementes de capitalismo ni seguir su juego: a cada calamidad una zancadilla, imputar a la Revolución, y nosotros salir corriendo con los paños calientes a remendar la situación, y después a esperar el próximo síntoma de la crisis, para correr de nuevo, y así hasta que el fin del mundo nos alcance.
Lo correcto es explicar la crisis global, allí inscribir los problemas. Por ejemplo, los sucesos de El Rodeo, relacionarlos con los valores capitalistas, de egoísmo, individualismo, desprecio por la vida, metalización de la ética. También con la vida en los barrios, el hacinamiento, está comprobado, modifica la conducta humana: la pobreza unida a los valores capitalistas son generadores de violencia.
No aceptar la tesis simplista de que se trata de un problema de mal gobierno, y salir corriendo con los paños calientes, hay que explicar que la solución es global, cambiar al sistema, disminuir las miserias materiales y espirituales que dan origen a los problemas, debemos cambiar todos, y eso sólo es posible con la Revolución.
Retroceder, restaurar al pasado, es condenarnos, agudizar todos los problemas. Los gobernantes deben correr los riesgos de decir la verdad, deben convencer del peligro, y los gobernados debemos cooperar, entender la situación.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
Ya es conocida la crisis que afecta al planeta, en todos los ámbitos surgen los síntomas del desajuste: la ecología, el clima, la economía, migraciones, escasez de alimentos y agua. Sabemos de donde surge el desajuste, del capitalismo, y ya conocemos la solución, el Socialismo.
La posibilidad socialista mundial, vale decir, la salvación de la humanidad, depende del rumbo de la Revolución Bolivariana. Si fallamos, el mundo girará definitivamente a la derecha, a la conservación del sistema suicida. Si nosotros profundizamos la Revolución, concretamos el Socialismo, le damos solidez, entonces los desarrollos socialistas florecerán, los débiles se fortalecerán, los fuertes se sentirán acompañados y tendrán renovados bríos, surgirán nuevas esperanzas.
Ese es el reto, en nuestras manos está la salvación. La pregunta es: ¿qué debemos hacer?
Lo primero es aceptar, más allá de las palabras, la existencia de la crisis, y entender que se materializa frente a nosotros, enfrentar esos problemas como elementos de una situación más general, relacionarlos. Veamos.
A los problemas del Metro de Caracas, del déficit habitacional, la inseguridad, la situación de El Rodeo, los damnificados, el malestar de los refugios, la basura, las carencias eléctricas, las inundaciones, las sequías, la escasez de alimentos, etc., podríamos intentar darles respuestas parciales.
En el Metro, trabajar duro, quizá hacer otras líneas. Podríamos trasladar a los presos de aquí para allá. Hacer más refugios. Atapuzar más a las ciudades. Comprar alimento en el extranjero, esos serían atenuantes, los problemas surgirán más adelante con más fuerza, y continuaremos corriendo tras una realidad trastocada que es imposible resolver de manera parcial.
No podemos caer en la lógica de los dementes de capitalismo ni seguir su juego: a cada calamidad una zancadilla, imputar a la Revolución, y nosotros salir corriendo con los paños calientes a remendar la situación, y después a esperar el próximo síntoma de la crisis, para correr de nuevo, y así hasta que el fin del mundo nos alcance.
Lo correcto es explicar la crisis global, allí inscribir los problemas. Por ejemplo, los sucesos de El Rodeo, relacionarlos con los valores capitalistas, de egoísmo, individualismo, desprecio por la vida, metalización de la ética. También con la vida en los barrios, el hacinamiento, está comprobado, modifica la conducta humana: la pobreza unida a los valores capitalistas son generadores de violencia.
No aceptar la tesis simplista de que se trata de un problema de mal gobierno, y salir corriendo con los paños calientes, hay que explicar que la solución es global, cambiar al sistema, disminuir las miserias materiales y espirituales que dan origen a los problemas, debemos cambiar todos, y eso sólo es posible con la Revolución.
Retroceder, restaurar al pasado, es condenarnos, agudizar todos los problemas. Los gobernantes deben correr los riesgos de decir la verdad, deben convencer del peligro, y los gobernados debemos cooperar, entender la situación.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
1 comentario:
Querid@ escritor@: La humanidad ha luchado desde que existimos por lograr el mejor de los mundos. Existen fuerzas edificantes,constructivas y fuerzas destructivas que ciertamente se oponen. Hemos vivido como ciclos donde algunas veces han ganado las fuerzas positivas: los años 60, la revolución del amor y la paz y fuerzas negativas que nos ganaron indudablemente en la primera y segunda guerra mundial. Creo pasamos por un nuevo ciclo, y quizás sea el último, pero presiento que la Tierra todavia le queda vida, pero a nosotros, en la forma como la conocemos, no tanto.
Ya no es tan local hablar de socialismo como una energía introspectiva y el capitalismo como aquella que crece con lo externo. El dualismo en cada hombre es lo que hace que ésta dicotomía se mantenga en el tiempo, quizás hasta el fin del mundo. Pero creo puede que exista una energía superior que pueda unirnos y esa es Dios o Amor. Para mi son sinónimos y el hombre ha estado muy alejado de ellos en las últimas décadas. Después que el hombre salió de la órbita terrestre, alcanzó la luna, pero perdió la fé en ese ser espiritual que llevamos por dentro. Comenzó a poner la fé en el dinero para lograr cualquier cosa. Olvidó que tiene un poder en su interior mucho mayor que el capital, mucho mayor que su poder adquisitivo, y todo alrededor le reforzó ésta apreciación y hasta nuestros dias es así. Revertirlo es un deber, comprenderlo es necesario, insistir es lo indicado.
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