El camino revolucionario, tal como las sendas hacia las cumbres, es zigzagueante, nunca es una vía directa. Hay días cuando el camino se despeja, entonces se avanza con rapidez, todo parece hermoso, el vigor aumenta y el sol brilla con esplendor, pero en ocasiones todo se nubla, se siente que se pierde el rumbo, el camino parece devolverse, se estrecha y trae desconcierto.
El sendero revolucionario es zigzagueante porque es una confrontación, una feroz lucha de clases nacional e internacional. Una revolución es un centro vital donde las tensiones del mundo estallan creando inmensa turbulencia. La vía está llena de paradojas, de meandros.
Comprender la tromba que es una Revolución se complica porque la historia, los libros, las dibujan con líneas directas, no caben allí los trazos torcidos de la vida real y la lucha diaria, no aparecen miradas, voces, intrigas, amores que se pierden en el tiempo. La historia, podríamos decir, cuenta la vida despojada de vida. La historia es sólo una guía parcial.
No es tarea fácil orientarse en la tormenta revolucionaria, los extravíos son muchos, las seducciones abundantes, las confusiones están por todos lados. Es preciso brújula certera.
Lo primero es entender que la Revolución lleva en su seno a la contrarrevolución, lo que es muchísimo más marcado si la Revolución es pacífica. De allí que amplias zonas espirituales y materiales son dominadas por la vieja cultura. Hombres, ideas, costumbres, acciones del capitalismo habitan los campos revolucionarios.
Es así que toda duda, toda situación en principio inexplicable, debe ser analizada desde el punto de vista de la lucha de clases, de la confrontación ideológica que ocurre dentro de la Revolución.
A veces el conflicto entre los intereses de las clases antiguamente dominantes y las clases insurgentes, tiene lugar en unas elecciones nacionales, entonces es más fácil percibir los campos. En ocasiones ocurre en un nombramiento, y es más difícil avistarlo. Cuando la confrontación sucede en las elecciones de autoridades del partido, pasa confundida con disputas personales. En ocasiones se materializa en unos despidos, entonces se viste de reorganización. En oportunidades se esconde tras el fallo de una juez o una fiscal.
Sólo entendiendo así a la Revolución podemos mantener o corregir el rumbo, explicarnos cuándo el enemigo interno o externo, nos infringe una derrota. Comprender tanta paradoja que a diario ocurre en el proceso, empezar a entender las profundidades del movimiento social.
La batalla revolucionaria requiere perseverancia, no es posible descorazonarse por las incomprensiones producto de la lucha interna, al contrario, debemos entenderla como una parte fundamental de la Revolución. Para Bolívar tan importante fue la Batalla de Carabobo, como la confrontación con Santander en Ocaña.
Que nadie se desanime. Todos a estudiar la Revolución como una confrontación externa e interna, analizar sus leyes, indagar las fuerzas en pugna, cómo se expresan. Sólo así encontraremos la ubicación necesaria en la lucha, Aceptaremos los obstáculos, el desánimo no tendrá lugar en nosotros, nos reconoceremos siempre parte de un gran ejército en batalla.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
¡Libertad para Luis Pulido!
El sendero revolucionario es zigzagueante porque es una confrontación, una feroz lucha de clases nacional e internacional. Una revolución es un centro vital donde las tensiones del mundo estallan creando inmensa turbulencia. La vía está llena de paradojas, de meandros.
Comprender la tromba que es una Revolución se complica porque la historia, los libros, las dibujan con líneas directas, no caben allí los trazos torcidos de la vida real y la lucha diaria, no aparecen miradas, voces, intrigas, amores que se pierden en el tiempo. La historia, podríamos decir, cuenta la vida despojada de vida. La historia es sólo una guía parcial.
No es tarea fácil orientarse en la tormenta revolucionaria, los extravíos son muchos, las seducciones abundantes, las confusiones están por todos lados. Es preciso brújula certera.
Lo primero es entender que la Revolución lleva en su seno a la contrarrevolución, lo que es muchísimo más marcado si la Revolución es pacífica. De allí que amplias zonas espirituales y materiales son dominadas por la vieja cultura. Hombres, ideas, costumbres, acciones del capitalismo habitan los campos revolucionarios.
Es así que toda duda, toda situación en principio inexplicable, debe ser analizada desde el punto de vista de la lucha de clases, de la confrontación ideológica que ocurre dentro de la Revolución.
A veces el conflicto entre los intereses de las clases antiguamente dominantes y las clases insurgentes, tiene lugar en unas elecciones nacionales, entonces es más fácil percibir los campos. En ocasiones ocurre en un nombramiento, y es más difícil avistarlo. Cuando la confrontación sucede en las elecciones de autoridades del partido, pasa confundida con disputas personales. En ocasiones se materializa en unos despidos, entonces se viste de reorganización. En oportunidades se esconde tras el fallo de una juez o una fiscal.
Sólo entendiendo así a la Revolución podemos mantener o corregir el rumbo, explicarnos cuándo el enemigo interno o externo, nos infringe una derrota. Comprender tanta paradoja que a diario ocurre en el proceso, empezar a entender las profundidades del movimiento social.
La batalla revolucionaria requiere perseverancia, no es posible descorazonarse por las incomprensiones producto de la lucha interna, al contrario, debemos entenderla como una parte fundamental de la Revolución. Para Bolívar tan importante fue la Batalla de Carabobo, como la confrontación con Santander en Ocaña.
Que nadie se desanime. Todos a estudiar la Revolución como una confrontación externa e interna, analizar sus leyes, indagar las fuerzas en pugna, cómo se expresan. Sólo así encontraremos la ubicación necesaria en la lucha, Aceptaremos los obstáculos, el desánimo no tendrá lugar en nosotros, nos reconoceremos siempre parte de un gran ejército en batalla.
¡Con Chávez más resteaos que nunca!
¡Libertad para Luis Pulido!
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