4.2.11

LOS DOCE AÑOS QUE VIENEN (Viernes 04-02-2011)

Abundan las interpretaciones de estos doce años de Gobierno Revolucionario, se ve de todo. Unos que acompañaron al gobierno hasta meses atrás, y ahora van a globovisión a desdecir la conducta de tanto tiempo. Otros, igual de sinvergüenzas, repiten la misma cantaleta que ya de añeja da risa. Podríamos decir con propiedad: “la caravana pasa, los perros ladran”.
En esta fecha no haremos énfasis en el balance de los años de Revolución, que es excelente, nos devolvió el significado de querernos. Más bien pensemos un poco en el futuro, en los doce años que vienen.
¿Cómo puede ser, de qué depende?
En política los pitonisos no tienen cabida, lo apropiado es presentar posibilidades y sostenerlas con argumentos. Veamos.
Estamos en una guerra de cuarta generación, la batalla es por el alma popular, ella es el objetivo y simultáneamente es la principal arma de combate. Es así, la guerra revolucionaria, la batalla por sustituir una cultura, tiene reglas inéditas y combatientes también inéditos.
Ahora el enemigo está dentro de nosotros mismos, es la costumbre, el miedo al cambio, la tentación de permanecer. Su combate precisa de una gran consistencia teórica, de un gran rigor en el análisis y, desde allí, elevada audacia teórica y práctica.
La característica de los doce años por venir, su calidad, dependerá del éxito que tengamos en conquistarnos y conquistar el alma popular, o mejor, el éxito en cambiarnos y cambiar el alma popular, conducirnos de la cultura capitalista a la cultura socialista, ir del egoísmo-individualismo al altruismo, a la Conciencia del Deber Social.
Para conseguir ese cambio debemos deslastrarnos de “las herramientas melladas del capitalismo”, de la tentación de ganar con esos métodos. La Revolución necesita ganar y simultáneamente convencer de la necesidad vital del Socialismo, construirlo, para conquistar un verdadero buen vivir, no el falso que nos propone el capitalismo, que por cada confort produce diez mil desgracias.
Los doce años futuros dependerán, entonces, de la capacidad de nuestros dirigentes para conducirnos hacia ese cambio cultural, esa nueva alma colectiva. Si caemos en la tentación, si oímos las voces que nos invitan a no correr riesgos, que nos señalan los barrancos y no el cielo, si nos quedamos empantanados en la lógica del pasado, entonces, aunque sea muy triste decirlo, volverá la crueldad del fascismo que preparará un nuevo pacto de punto fijo, una concertación para mantener el capitalismo, y habremos perdido la maravillosa oportunidad de fundar el nuevo mundo que la humanidad requiere para sobrevivir.
Si corremos el riesgo de proponer los cambios profundos, si convocamos al pueblo para lo grande, rompemos el círculo fatal del estímulo material, del clientelismo, de la política pragmática, en ese caso, nuestros próximos doce años sorprenderán al mundo por los milagros que esta sociedad realizará, seremos ejemplo para la humanidad, demostraremos lo que puede hacer el humano, aquí nacerá el hombre nuevo, rescataremos la armonía con la naturaleza.
Sólo por estos doce años que vienen vale la pena vivir, y también morir.
¡Chávez es Socialismo!

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