30.1.11

24 HORAS EN LA VIDA DE UN ORGANISMO DE DIRECCIÓN (Domingo 30-01-2011)

Al comenzar el día no se consigue a nadie, están agotados del día anterior, del mes anterior, del año anterior…
Al medio día tampoco hay nadie, todos están “pateando la calle”, el barrio, agitados. Visitas a los medios, actos. En la tarde ya todo está más tranquilo: ahora sólo hay reuniones de trabajo, o hablar con alguien que mandó alguien, y que se debe atender aunque se sepa que es pérdida de tiempo.
Cuando se disponen a pensar, a planificar, el organismo es llamado por el organismo superior que necesita “hacer como que hace”, convoca a una reunión que durará horas, y todos saldrán sin saber que pasó pero contentos porque alcanzaron la madrugada, trabajaron.
Así se fue la tarde y entramos en la noche, ya no hay nada que hacer, pero no podemos irnos, sería mala imagen, señal de que no trabajamos, habrá que “hacer como si hacemos”, levantar un informe de algo, no importa qué y para qué sirve, es buena excusa para agitarnos, movernos.
El organismo de dirección que describimos, no dirige, es sólo apariencia, flota, pero no construye.
En la acera de enfrente está otro organismo de dirección, todo los días temprano en la mañana, vienen frescos, el día anterior no perdieron tiempo, tampoco el mes anterior, supieron descansar como parte del trabajo. En la reunión leen un resumen de la prensa, se enteran del pensamiento y los pasos enemigos, se ubican en el mundo, discuten política, sitúan su actividad en la realidad. Salen al trabajo con un fin estratégico, tienen objetivos.
En la tardecita hacen una reunión de balance, distribuyen tareas, envían informes a los organismos superiores, planifican la información a la prensa. Se retiran a su vida, a formarse humanos.
Una vez a la Semana se reúnen en un círculo de estudio, ahora leen La Historia de la Revolución Rusa de Trotsky, antes leyeron Las Narraciones de O Leary. Dos veces a la semana un miembro es responsable de un seminario, ya hablaron de Petión, de las inundaciones del Nilo, de la resistencia de Stalingrado, de la plusvalía, del fetichismo…
Dos veces al mes hacen reuniones largas de balance de las tareas, y una vez al mes discuten las grandes líneas del gobierno, y del organismo.
Siguen un método de trabajo inspirado en el método del Che.
No son perturbados con improvisaciones de los organismos superiores que también se guían por ese método de trabajo. Todo ahora es más tranquilo y más eficiente, aunque menos dramático y menos visual.
Los miembros de este organismo tienen una vida metódica, saben que la acción debe ser regida por la planificación y la teoría.
Es fácil decidir, está más claro que el cartelito aquel de las bodegas que presentaban al que vendió al contado y al que vendió a crédito, qué forma de trabajar debemos adoptar, cuál nos llevará a puerto seguro y cuál será camino cierto para el fracaso estrepitoso, el de mucho humo y pocas nueces…
¡Chávez es Socialismo!

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