La Organización Mundial de la Salud se alarmó: en aquel país sucedía algo nunca visto en la historia de las epidemias: un aumento inusitado de fracturas de hueso, esguinces, torsiones, salidas de rótula, contusiones de todo tipo. El noventa por ciento de la población estaba afectada.
Mandaron una comisión de alto nivel a investigar, temían una expansión del fenómeno en el resto del mundo.
El resultado de la investigación asombró de tal manera que para presentarlo se convocó una reunión de la Asamblea General de la ONU.
El médico comisionado para la investigación subió al estrado, el mismo que una vez olió a azufre, y comenzó su informe:
…“el número de lesionados alcanza a prácticamente el 100% de la población”.
A continuación les presentó los datos discriminados por tipo de lesión, proyectó varias tablas, fotos y testimonios.
Después de media hora de exposición, y ya para concluir, dijo:
“el equipo médico, después de estudiar mucho el fenómeno, llegó a la causa del problema, se trataba de una Intoxicación Electoral, un exceso de eventos electorales que provocó una distorsión de la percepción de la realidad.
El resultado electoral pasó a comandar la percepción de la realidad. De esta forma, si se triunfaba en una elección, hasta la naturaleza debía someterse a ese veredicto. Los resultados electorales pasaron a ser guía de la vida de esa sociedad.
Fue así, que en el país objeto del estudio, se sometió a referéndum la Ley de la Gravedad, y fue derogada por amplia mayoría. A partir de ese momento, según lo aprobado en elección, la gente podía volar para su trabajo, viajar por los aires, subir como las águilas a festejar con el fresco de la tarde, se acabaría el tráfico, la vida sería otra. Todos esa mañana salieron a poner en práctica lo aprobado por el referéndum, y allí comenzaron las contusiones, la epidemia de la nueva enfermedad.”
El cuento es útil para reflexionar las elecciones. Veamos.
Las elecciones, y más las elecciones oligarcas, son una manera de auscultar la voluntad popular, una manera, no la única, ni la mejor. La Revolución debe modificarlas, y aplicar otras formas de investigación social.
En tanto eso se hace, debemos combatir la eleccionitis, poner la elección en su justo lugar.
Una elección es un reflejo de la realidad, no resuelve las contradicciones sociales, sólo puede evidenciarlas, o distraerlas. Las contradicciones sociales tienen otras soluciones.
Las elecciones se han usado con frecuencia para eludir los territorios que de verdad deciden.
Imaginemos si en 1810 los colonizadores hubiesen propuesto una elección, imaginemos que la hubiesen ganado ¿Acaso la Junta Patriótica hubiese arriado la bandera de la Independencia? ¿Las causas que la justificaban desaparecerían con los votos?
Pensemos, en cuántas elecciones ha ganado la Revolución y siempre los escuálidos inventando maneras de derrocarnos.
Pensemos, que ninguna idea se desvanece por elecciones, que ninguna realidad se esfuma por elecciones, ellas seguirán “moviéndose”, como la tierra de Galileo, a pesar de la voluntad de muchos.
Las elecciones no sustituyen a la realidad.
¡Chávez es Socialismo!
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