Cada vez que la Revolución avanza es necesario ajustar el mapa político, revisar las ideologías que se mueven en el campo de batalla, sus expresiones prácticas, sus posibles movimientos. Veamos.
Está claro que, como consecuencia de las últimas medidas tomadas por la Revolución, el cuadro político cambió:
La oligarquía endureció su posición, se dejó de frivolidades democráticas y tomó el camino del enfrentamiento al margen de toda regla común. Ahora no esgrime más argumento que la fuerza, por eso van desde la guarimba hasta el magnicidio, pasando por el golpe de Estado.
Enfrentado a ésta encontramos el campo revolucionario, que si bien en lo económico está clarificando y afirmando sus posiciones socialistas, prestigiando a la Propiedad Social de los medios de producción, lo que significa un extraordinario avance, en lo ideológico aún se debate en la ambigüedad de no engranar a la Propiedad Social con la Conciencia del Deber Social. De esta manera, gruesos sectores de las masas no captan la importancia de las medidas económicas, ni son impactadas en su conciencia por ellas.
Esta situación produce debilidad en la organización política y social, y difumina la percepción que el pueblo tiene de su Estado Revolucionario.
En el medio de estos dos polos se encuentra la ideología pequeño burguesa, que hasta hace poco dictaba pauta dentro de la Revolución hasta sufrir un rotundo desmentido en la práctica. Pero, ahora surge maltrecha a cumplir su papel: distraer, confundir, no dejar concretar la marcha al Socialismo.
Fabrican encuentros de intelectuales cuyos pronunciamientos son confusos, dejan traslucir su resquemor por el liderazgo de Chávez, que ellos denominan “hiperliderazgo” o “cesarismo progresista”. Sin duda, son chavistas sin Chávez, pero avergonzados de salir a la luz del día, de saltar definitivamente la talanquera.
En el extremo donde se soldan la ultraderecha con el tremendismo irresponsable, encontramos grupos con tapujos de socialistas, pero antichavistas. Dedicados a certificar a la Revolución, para ellos esto no es Socialismo, pero Cuba tampoco.
Proponen disparates, son simples aficionados de la política, irresponsables. Su peligro estriba en que están infiltrados por los servicios oligarcas, que les influyen en tareas contra la Revolución.
En este paisaje la Revolución debe enfrentarse a la oligarquía nacional e internacional, a la ideología pequeño burguesa que aún resuella en su interior, y a los diletantes al servicio de los oligarcas.
Es necesario que los principios revolucionarios se afirmen, que los revolucionarios se unan fuertemente alrededor de los dos pilares de la Revolución de hoy: alrededor de Chávez y del Socialismo auténtico, el de la Propiedad Social de los medios de producción y la Conciencia del Deber Social, venezolano, propio, pero universal, internacionalista.
¡Dentro de esos principios todo se puede discutir, dentro de la Revolución todo! ¡Fuera de esos principios, fuera de la Revolución, nada!
Ya los atajos fueron transitados, y se demostró en la práctica que no funcionan, al contrario, son vía segura al fracaso.
¡Con Chávez y con el Socialismo Auténtico!
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